Martin Santivañez

La hora de la reconciliación

La hora de la reconciliación
Martin Santivañez
18 de diciembre del 2015

Sobre la trascendencia política del acuerdo Apra-PPC

El liderazgo inconmovible de Keiko Fujimori y el reciente pacto entre Alan García y Lourdes Flores Nano demuestran que la mayor parte de la población peruana se inclina por la reconciliación nacional y no por ese estéril divisionismo que campea en sectores ínfimos y radicales. La izquierda peruana se ha dedicado desde su fundación a exacerbar las contradicciones y por eso, de manera artificial, ha presentado a la política nacional como el arte voluntarista y schmittiano que se reduce a la disyuntiva de amigo-enemigo. Las últimas elecciones presidenciales fueron un ejemplo perfecto de esta postura. Los dinosaurios izquierdistas, los pulpines caviares y los pseudo intelectuales de panteón de la ex PUCP sostuvieron a coro que la candidatura de Keiko era “polarizadora” al igual, según ellos, que la de PPK.

Para la izquierda, por supuesto, el humalismo de Ollanta y Nadine NO era polarizador. Solo polarizan el centro y la derecha. Semejante cinismo político fue puesto en práctica con el objeto de amedrentar al electorado y contribuyó a la victoria de los Humala. Para la izquierda todo lo que no pertenece a su espectro ideológico “polariza”. Este maniqueísmo, tan falso como nefasto, ha sido empleado como un arma arrojadiza para “exacerbar las contradicciones” y lo cierto, lo real, cuando se analiza la historia del Perú, es que la izquierda se ha dedicado a construir díadas o clivajes de manera sostenida: aprismo-antiaprismo, fujimorismo-antifujimorismo, etc. Todas estas oposiciones solo han demostrado su absoluta negatividad a la hora de reconciliar al país con el objetivo de implementar políticas realistas que transformen nuestra subdesarrollada sociedad. Lo que desune, lo que desintegra siempre será perverso para el Perú. Es preciso retornar a una política de síntesis, a una política sintética que armonice y fusione en pos de objetivos superiores a movimientos que aun siendo distintos, que incluso a costa de un pasado de contrastes y errores, apuestan por unificar allí donde otros solo pretenden dividir. De lo contrario, caeremos en un Campo de Agramante que equivale a la destrucción.

El verdadero agente de la división, el principal polarizador, es ese sóviet reducido pero altamente organizado que promueve un discurso rupturista y siembra la cizaña a costa de las mayorías. La izquierda, fiel a su antropología desviada y radical, se alimenta del sectarismo y por eso busca que la población caiga en este juego de “antis” para así pescar en el río revuelto de la repartija lo que es incapaz de ganar en el campo electoral. Por eso, tanto el fujimorismo mayoritario como esta alianza política del aprismo con los social-cristianos, ambas manifestaciones del sentir mayoritario, deben reivindicar que se presentan a las elecciones como expresiones populares de la reconciliación nacional. El sectario que divide nos ha condenado al terrorismo o a la incapacidad villaranesca. Pero los líderes que representan a la mayoría, los que de verdad unifican por encima de las diferencias, esos son los verdaderos protagonistas por los que debemos apostar. Peruan@: cuídate del caballo de Troya de la izquierda. El candidato que ellos apoyen es por el que la mayoría no debe votar.

Por: Martín Santiváñez Vivanco

 
Martin Santivañez
18 de diciembre del 2015

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