Eduardo Zapata

La ciudad-escuela

La ciudad-escuela
Eduardo Zapata
21 de mayo del 2015

A propósito de la inclusión del tema educación en agenda del CADE 2015.

Dos de las palabras acaso más recurrentes en los foros académicos o políticos desde hace un buen tiempo han sido los términos educación y corrupción.

Constato con expectativa que precisamente la CADE de este año será específicamente sobre el tema educativo. Aquel que todos declaran como urgencia de país, aquel que todos reclaman en aras de la convivencia civilizada y la ansiada competitividad, pero –sospecho- no se llega a entender a cabalidad.

Las palabras tienen una cara externa o significante. Y una cara interna o significado. Dado que el término educación –como hemos dicho- ha sido repetido tantas veces, pero tan poco hemos avanzado, creo que para muchos esta palabra es un mero significante. Que no remite a su esencia. O que significa, en todo caso, precisamente una simple cara externa. Una forma, una ritualidad vacía, una palabra incompleta en su codificación y decodificación.

Menciono lo anterior porque –revisando temario y expositores de la CADE- no veo que se asuma que uno de los principales agentes educativos son las ciudades. Su configuración física, la fluidez de su tránsito, su trazo, su mantenimiento, las conductas ciudadanas; en fin, su decir. Que en sociedades como la nuestra –con familia y escuela formal debilitadas- constituye poderosa herramienta de instrucción social. De educación.

Uno de los principios básicos para la adquisición e interiorización de un signo/valor es la predicatividad. La persona que percibe el signo debe constatar si este “dice” o no algo respecto a la realidad. Si le será útil, entonces, procesar e interiorizar valor. Cuando en la escuela se nos habla de valores, por ejemplo, ¿encontrarán los alumnos que estos están encarnados en el decir cotidiano de la ciudad?

Lástima que los organizadores de la CADE no lo hayan puesto en agenda. Supongo que no haya sido por aquello del uso de la palabra educación como mero significante o ritualidad vacía. Confío en que algún inteligente expositor aproveche este espacio y nos hable de ello.

Me hubiese gustado que el señor Alcalde de Lima fuese invitado para hablar de las ciudades como escuelas. No solo como espacios no humanos fríos y circunscritos a la obra física, sino cómo esta no es reductible a ello. Porque dice, porque nos educa. Y cuando la ciudad entra en contradicción con valores educativos e instrucción social estamos alimentando cotidianamente en los imaginarios colectivos el caos y la corrupción. Enajenación permanente de propiedades. Conductas antisociales.

Una última observación. Si por ventura de Dios en algún documento oficial o en boca de un expositor o de un desconcertado interlocutor, usted lee o escucha la expresión la curricula ello significará que estamos solo ante una ritualidad vacía y un evento social. Donde la educación estará ausente. Porque curricula es un sustantivo neutro plural en latín, no un femenino singular. De modo que si se quisiese castellanizar la palabra latina lo correcto es los currícula. Mejor –si dudamos- usemos el término en español: currículo para singular y currículos para plural.

 

Por Eduardo Zapata Saldaña
21 - May - 2015  

Eduardo Zapata
21 de mayo del 2015

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