Martin Santivañez

El triunfo del montesinismo

El triunfo del montesinismo
Martin Santivañez
15 de agosto del 2014

Y el silencio de los garantes ante el regreso de aquellas prácticas antidemocráticas

Todo esto de la casa de López Meneses y la conexión con Palacio de Gobierno denota la profunda sintonía del humalismo con esa dimensión perversa que es el montesinismo. Le debemos a Cecilia Valenzuela y su equipo de Willax TV los nuevos reflectores que se posan sobre el corazón del nallantismo. Valgan verdades, en cualquier país desarrollado, una denuncia de este calibre haría temblar, movería el piso de cualquier partido en el gobierno. Pero este es el Perú y aquí es probable que los aliados de la pareja presidencial pasen por agua tibia la prueba concreta de la entraña autoritaria y viciosa del humalismo.

No nos engañemos, el nacionalismo, pese a los disfuerzos de los garantes, nunca ha roto con esta práctica perversa de raíz montesinista. El triunfo de la pareja presidencial se logró presentando a la opinión pública la idea de que el Partido Nacionalista encarnaba la honestidad que hace la diferencia. Hoy sabemos que tal honestidad es una quimera política y que la diferencia se parece mucho, se asemeja peligrosamente, al montesinismo de los noventa. Los garantes de aquel espejismo han cumplido el triste papel de tontos útiles y prefieren quejarse por la purga de la izquierda antes de reconocer que han servido de comparsa al retorno de unas prácticas que minaron la democracia peruana. No se sirve a la República silbando de costado cuando el control del Estado se transforma en un mero instrumento de venganza política.

La raíz del ausentismo ético, la base de la indiferencia, se encuentra en la grave crisis moral que padece el Perú. La crisis no se manifiesta, como en los noventa, en la captura del Estado por parte de Montesinos y sus secuaces. La crisis, hoy, está representada por un montesinismo, vivo y presente, en plena recuperación de su poder, ha logrado, como cualquier demonio vulgar, que la opinión pública padezca sus efectos sin atinar a nombrarlo. El súcubo montesinista existe, se mueve, actúa, pero nadie lo señala ni pronuncia su nombre.

Por eso, el triunfo del montesinismo es múltiple. En primer lugar, los garantes no se atreven a reconocer que ellos permitieron, con su engreimiento ideológico, que las prácticas montesinistas retornen a la vida política. En segundo lugar, el uso del término “montesinista” ha sido banalizado por la izquierda: todo lo que se opone a la progresía es potencialmente montesinista. Y, por último, el montesinismo auténtico es funcional y poderoso, se extiende y cuenta con aliados importantes, ha infiltrado al Estado.Mejor dicho, nunca lo abandonó del todo. Pero el gran triunfo de su praxis disolvente no se enmarca en su propia subsistencia. Su victoria final se traduce en algo más terrible. Los montesinistas han vencido porque aquellos que en teoría iban a defender al país han adoptado sus formas, han abrazado sus métodos y optan por destruir la política con mecanismos propios de la delincuencia común. Recordemos, por ejemplo, el empleo bastardo que la izquierda “moderna” y “decente” hizo de los potoaudios. La desviación política vence cuando los encargados de combatir la putrefacción de lo público se benefician de sus procedimientos sin cargo de conciencia ni culpa democrática. He allí la clave del montesinismo victorioso: la infiltración supera el ámbito estatal y penetra lo más íntimo de la comunidad política. Gracias, “garantes” del neo-montesinismo. Muchas gracias, “campeones de la decencia”. Al atacar todo lo que se les opone, al llamar a todo montesinismo, banalizaron el concepto, olvidando que lo que hoy soportan con vergüenza es la consecuencia política de lo que años atrás intentaron combatir.

Por Martín Santiváñez Vivanco

Martin Santivañez
15 de agosto del 2014

NOTICIAS RELACIONADAS >

¿Quién quiere destruir la Constitución de 1993?

Columnas

¿Quién quiere destruir la Constitución de 1993?

Detrás de toda construcción política existe una i...

26 de septiembre
Un cinco de abril jacobino

Columnas

Un cinco de abril jacobino

  La interrupción de un proceso democrático tiene ...

11 de septiembre
Autocracia o República

Columnas

Autocracia o República

  El imperio de la ley es la característica fundamental d...

04 de septiembre

COMENTARIOS