Román Cendoya

El Perú fracturado

El Perú fracturado
Román Cendoya
17 de junio del 2016

A menor diferencia en las urnas, mayor fractura social

Ahora que ya pasó el ruido de la campaña es cuando afloran las verdaderas consecuencias de la votación y se perciben las secuelas que ha dejado el proceso. La más notoria es que el Perú está profundamente fracturado en dos. La distancia entre los dos contendientes ha sido tan pequeña que prácticamente no existe. En política sucede que cuanto menor es la diferencia mayor es la fractura y la división de la sociedad. No se está más cerca, se está mucho más lejos. El Perú está dividido. Estas elecciones son un ejemplo de la importancia de cada voto. ¿Verdad Kenji? Ninguna explicación es válida para justificar su inasistencia a votar; además fue el congresista más apoyado en la primera vuelta. Un lío de familia. Un lío para el partido.

El lío está montado en el Congreso y en las posibilidades de gobierno del presidente electo PPK. La extrema izquierda ha logrado el objetivo de dejar al país en una gran inestabilidad. La gobernabilidad del Perú va a ser muy complicada porque el pueblo soberano otorgó al partido de Keiko Fujimori 73 congresistas, sobre un total de 130, y solo 18 al elegido para presidente de la República. Nada de lo que proponga el presidente puede ser aprobado sin el apoyo del fujimorismo, y el gobierno deberá aplicar y ejecutar muchas propuestas que, desde el Congreso, con esa legítima mayoría absoluta, apruebe y desarrolle la bancada de Fuerza Popular.

Esto no sería mayor problema si la campaña electoral de PPK no hubiera transcurrido por los derroteros que todos hemos presenciado con estupor. Ha sido la campaña más sucia que he visto en mi vida. Pedro Pablo Kuczynski sufrió una mutación injustificable, sobre todo cuando hace solo cinco años pedía públicamente el vota para Keiko Fujimori y reivindicaba para la historia a Alberto Fujimori, por terminar con el terrorismo y la hiperinflación.

Hoy la prensa alineada con PPK y la izquierda caviar se alegra por “el triunfo de la democracia”. Y ha sido así por el comportamiento democrático de Keiko y su gente. Un comportamiento totalmente opuesto al mantenido por los ganadores durante la campaña electoral, quienes han protagonizado y apoyado las marchas y movilizaciones contra la candidata que legítimamente —gracias al apoyo mayoritario del pueblo peruano— competía en la segunda vuelta.

No tengo la menor duda de que si el resultado hubiera sido al revés PPK y toda la extrema izquierda —esa que ha apoyado al hombre de las multinacionales de EE.UU. y de la banca— estarían en permanente movilización, con marchas y manifestaciones por las calles del país, deslegitimando el resultado. Y PPK estaría denunciando el triunfo de la dictadura y la grave situación del Perú por la consolidación del narcoestado. Eso que ha hecho durante la campaña al alimón con el Marqués de Vargas Llosa —el conocido como “famoso escritor español que nació aquí”—, quien ahora se felicita del papel desempeñado por Verónika Mendoza, la candidata antisistema, defensora del chavismo y apoyada por Pablo Iglesias, de la que ha escrito: “la izquierda salvó la democracia”. Los análisis políticos del Marqués de Vargas Llosa son más ficción que todas sus novelas juntas. El falso demócrata vive instalado en la obcecación mental traumática que le produjo que “el Chino” le ganara las elecciones de 1990. Su artículo “El Perú a salvo” (El País, 12/06/2016) tiene párrafos absolutamente delirantes. Si de verdad se los cree, debería acudir a recibir ayuda siquiátrica.

Desde que se ha sabido ganador, el mutante presidente electo del Perú —de banquero yanqui a llamar a gritos a la “revolución”— ha vuelto a cambiar su mensaje, proclamando que hay que olvidar lo sucedido en campaña y que ahora “todos juntos” tenemos que mirar hacia delante. No puede ser, y además sería un gran fraude para quienes le han apoyado y votado. ¿Cómo puede pedir colaboración y apoyo de quienes, según él, representaban “el regreso a la dictadura”? ¿Cómo puede querer trabajar y apoyarse en esa gente? No es serio. Si quiere trabajar con ellos es porque sabe que no son “la dictadura” ni los responsables del narcoestado. Sabiendo que podía darse esta situación, su victoria, tenía que haber pensado cómo iba a gestionar su realidad parlamentaria (73/18) antes de insultar, vejar y calumniar a quienes necesita que lo acompañen. Para empezar, pedir perdón no estaría de más.

¿Por qué desde que ha sido elegido PPK no ha vuelto a hablar del narcoestado? Su elección bajo ningún concepto supone que el Perú —si fuera cierto, que no lo era y no lo es— haya dejado de ser un narcoestado. Pedro Pablo Kuczynski no ha tenido ningún pudor, por conquistar el poder, en atentar contra la realidad y el futuro de su país, tildándolo de narcoestado. ¿Y ahora? Lo lógico sería que sus primeras medidas y su prioridad fueran desmontar ese supuesto narcoestado. No lo hará porque el Perú no es eso que él dijo. Pero si hubiera ganado Keiko, seguiría afirmando que lo es.

PPK, en su última intervención en campaña, llamó a la “revolución”. ¿Va a ejercer de “joven patria roja” a sus casi 80 años? ¿Va a liderar la revolución junto con su aliada Verónika Mendoza de la izquierda extrema antisistema, los vividores de la izquierda caviar y los “a ver qué pillo”, como Olivera? Una vez más la estabilidad del Perú está en manos de Keiko Fujimori quien, como ha demostrado en las dos últimas legislaturas, tiene el grupo parlamentario más sólido y cohesionado. En un claro ejemplo de responsabilidad institucional siempre ha favorecido la estabilidad y gobernabilidad de los distintos presidentes. Pero PPK se lo ha puesto realmente difícil. Keiko, como le corresponde, va a liderar la oposición. Los verdaderos no demócratas del Perú —esa izquierda caviar mezclada con ciertos medios de comunicación y Vargas Llosa— son quienes ahora intentan exigir e imponer a Fuerza Popular lo que tiene que hacer.

Lamento decirlo pero el apretado resultado electoral y la sucia campaña han hecho que ahora sí —citando a Vargas Llosa— se joda el Perú. Y a PPK le queda un duro camino por delante para intentar recomponer la fractura que irresponsablemente ha provocado durante la campaña. Esperemos que tenga la energía necesaria para lograrlo; aunque me temo que, irremediablemente y por mucho tiempo, nos enfrentamos a un Perú fracturado.
 

© Román Cendoya.

Periodista

Madrid, 16 junio 2016.

 
Román Cendoya
17 de junio del 2016

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