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Keiko y la trampa histórica

Keiko y la trampa histórica
Víctor Andrés Ponce
04 de enero del 2016

Sobre la separación del ala dura del fujimorismo

Al margen del origen de la crisis entre “los duros” y el “nuevo fujimorismo”, Keiko ha resuelto adecuadamente el impasse que se hizo evidente luego de la carta pública de su padre Alberto en que exigía se mantenga en la lista parlamentaria a algunos congresistas de trayectoria. Separar a los “fujimoristas viejos” ha ratificado el liderazgo keikista y seguro que estirara algunos puentes hacia los indecisos. Pero todo el enredo fujimorista no moverá un solo pelo del antifujimorismo, porque el anti antes que política es irracionalidad, pasión, premodernidad.

El gran problema de Keiko en esta fase de la campaña es que parece dispuesta a aceptar una especie de “trampa histórica” que le tienden sus irreductibles adversarios. ¿A qué nos referimos? La izquierda mediática y al antifujimorismo vargallosiano entienden que la candidata fujimorista no tiene ninguna posibilidad si es que el debate electoral se concentra en los yerros y pasivos del Fujimorato: autoritarismo, corrupción y el muñeco de “las esterilizaciones forzadas”. Y no les falta razón.

De alguna manera es la trampa histórica que se enseñoreó luego de la caída del Fujimorato y que impidió que, en la democracia, se gestara un acuerdo nacional y un nuevo sistema de partidos políticos. Es la misma trampa que redujo el Fujimorato solo a pasivos, ignorando los aciertos históricos: destrucción del estado empresario y economía desregulada. Es la misma trampa con que se eligió a un candidato sin atributos como Ollanta Humala. Es la misma trampa que sirve para justificar todo tipo de incoherencias en la izquierda: se pueden subir al carro de Lucifer en nombre del antifujimorismo.

Todos los fundamentalismos y los autoritarismos tienden a priorizar los debates históricos en el espacio público. Las guerras religiosas, nacionales, raciales, e ideológicas siempre se han desatado por esa inclinación. Si se debate sobre el presente las diferencias se atenúan y los entendimientos y pactos son posibles. Si la historia hubiese primado en el espacio público no existirían los Estados Unidos actuales, ni la España moderna y democrática, ni el Chile institucionalizado de hoy.

De allí que Keiko debería superar con rapidez la trampa histórica. No hay general ni político triunfantes actuando en el escenario del adversario. Más aún cuando el presente es el único aliado de la victoria. Recordar que el Perú atraviesa el mejor momento de su historia republicana con solo un quinto de la población en pobreza y con tres gobiernos democráticos sin interrupciones y una cuarta elección nacional en marcha representan las mejores pruebas de que ha surgido un nuevo fujimorismo.

Sucede que Keiko ha sido la lideresa de la principal fuerza de oposición en este proceso que nos acerca al sueño republicano. Así como una democracia no se explica sin el oficialismo tampoco se entiende sin la oposición. ¿Por qué el fujimorismo no agita semejantes ideas? Nadie lo entiende.

El miedo a la derrota puede ser tan pernicioso como el ensoberbecimiento ante el triunfo. Seguir con las explicaciones históricas cuando el sueño republicano no sería posible sin determinada oposición es una manera de regalar una victoria muy cercana, sobre todo, con el desastre de la nave nodriza del antifujimorismo: el gobierno nacionalista.

Por: Víctor Andrés Ponce

Víctor Andrés Ponce
04 de enero del 2016

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