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Los progresistas nunca defendieron los Derechos Humanos

Los demócratas deben disputar las fábulas y narrativas sobre el tema

Los progresistas nunca defendieron los Derechos Humanos
Víctor Andrés Ponce
22 de abril del 2024


Días atrás el abogado Luis Pacheco Mandujano recibió el Premio Iberoamericano José León Sánchez 2024, como un reconocimiento a su destacada y consecuente defensa de los Derechos Humanos en el Perú. El galardón lo recibió en el Salón Principal de la Casa del Presidente Miguel Alemán, en la Residencia Presidencial de Los Pinos, en Ciudad de México.

Nos interesa subrayar el hecho de que el premio entregado a Pacheco Mandujano por sus actividades y calificaciones académicas también se resalta porque su trayectoria representa a un abogado que podría ser definido como de la centro derecha en el Perú. En ese sentido, la noticia acerca de que desde los predios del centro y de la derecha se comienza a confrontar las narrativas y fábulas del neocomunismo y el progresismo sobre los Derechos Humanos es una noticia realmente extraordinaria. Y que el asunto venga desde el exterior vuelve el acontecimiento en superlativo.

Los relatos del neocomunismo y el progresismo sobre los Derechos Humanos, de una u otra manera, se materializaron en la práctica de las últimas décadas de la Corte IDH y el Sistema Interamericano de Justicia –organismos extremadamente ideologizados y controlados por estos sectores– y en la multiplicación de oenegés que se reclamaban “liberales y defensoras de los DD.HH.”. 

Confrontar estas teorías, estas ideologías, es extremadamente urgente en la lucha por la libertad y la defensa del Estado de derecho, sobre todo hoy que recordamos la gesta heroica de los comandos Chavín de Huántar y porque ahora las corrientes progresistas pretenden iniciar un nuevo ciclo de judicialización de nuestros soldados por haber defendido el Estado de derecho ante el golpe fallido de Pedro Castillo y las olas de violencia insurreccional.

La fábula neocomunista sostiene que los Derechos Humanos existen al margen del Estado de derecho. Es decir, el Estado no debe ejercer la fuerza pública legítima, letal y proporcional si es que se toman rehenes en la embajada de Japón, no se puede ejercer la fuerza pública si milicias civiles pretenden quemar aeropuertos, comisarías, bloquear carreteras y estrangular a las ciudades. ¿Por qué no se puede ejercer la fuerza pública? El progresista, con gran dosis de histrionismo, se pregunta: ¿Qué está primero? ¿La vida de un hombre o un aeropuerto? El sofisma progresista oculta que si se tomaba el aeropuerto de Puno, luego se tomaba el de Arequipa, el de Cusco y el de Lima. Igualmente, se consolidaba el bloqueo de las carreteras, se estrangulaba a las ciudades y los políticos se quebraban y aceptaban la convocatoria de una constituyente. En ese momento terminaba el Estado de derecho.

La historia moderna de la humanidad nos enseña que la defensa de los Derechos Humanos tiene una condición: el Estado de derecho. No hay otra manera de defender los derechos naturales del hombre. Si hay otra que alguien lo diga. Sin embargo, los progresistas y neocomunistas nos dicen que el Estado de derecho no debe ejercer la fuerza pública porque "los DD.HH. están primero". Es decir, en la práctica, son los estrategas de la destrucción del Estado de derecho y la instalación de las constituyentes.

En Chile, Colombia y Perú estas fábulas se volvieron predominantes y las izquierdas desarrollaron violencia en calles y plazas con las fuerzas armadas y las policías neutralizadas, destruidas o deconstruidas por las fábulas neocomunistas. Así llegaron al poder las izquierdas en la región.

El único sistema que defiende los derechos humanos es el Estado de derecho y el sistema republicano. Y los que siempre aplastan los DD.HH. son quienes relativizan la defensa del Estado de derecho. Para cualquier duda, recuerden el campo de concentración nazi y el gulag stalinista.

Víctor Andrés Ponce
22 de abril del 2024

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