¿Guerra de periodistas?

Sobre la entrevista a Alan García en Frecuencia Latina

Esta semana conseguí la fama digital. Los llamados trolles me abrumaron de insultos luego de participar en una entrevista a Alan García en el programa Sin medias tintas (SMT). La súbita fama hizo que las visitas de mis columnas en el portal El Montonero, el más plural y tolerante del Perú, simplemente se triplicaran. En ese sentido sería buenísimo que el ataque se repitiera y todo merecería una sonrisa.

El ataque de las hordas digitales solo me acusó de llamar “doctor” a García cuando él no tiene ese grado académico. Sin embargo a un ex jefe de Estado con varios doctorados honoris causa en el mundo y América Latina- como el líder aprista-, simplemente, se le puede llamar doctor. También presidente, candidato o señor. Hasta allí la anécdota.

El asunto se puso serio cuando el director de Frecuencia Latina, Augusto Álvarez Rodrich, salió a explicar en RPP por qué el programa se había grabado y por qué se había cambiado el panel de cinco periodistas a solo dos. ¿Un director de un medio que sale en otro a explicar sus acciones? No tenía sentido. ¿Intentaba justificar una entrevista que, desde el punto de vista periodístico, no presentaba cuestionamientos? Todo lo grabado se había propalado íntegramente y no había nada que explicar. En las mejores escuelas del periodismo del planeta “negociar” una entrevista es parte de la industria. Conseguir la noticia obliga a las concesiones.

El suscrito recibió la invitación de la producción de SMT, formulé las preguntas con la absoluta independencia con que suelo actuar, pero la campaña de los trolles se concentró en mi persona. ¿Yo había negociado la entrevista? ¿Yo había cambiado el panel? O en su defecto, ¿yo había aceptado la presión? El mundo al revés.

Una semana antes de este incidente había calificado de delirante el artículo Fraude adelantado de Gustavo Gorriti sobre un supuesto fraude electoral en marcha, periodista a quien admiro y respeto por su trayectoria sobre cualquier discrepancia. Más tarde, Rosa María Palacios y Claudia Cisneros estaban tuiteando y retuiteando ciertos ataques. De pronto estábamos en un mundo desconocido. Lo nuestro son las ideas y los debates ideológicos.

El terror digital de insultos fue precedido por un video con filmaciones de García ingresando a Frecuencia Latina y resúmenes de mis columnas que un bloguero vinculado a Palacio colgó en Facebook varias horas antes de propalarse la entrevista. El hombre lo sabía todo. ¿Qué estaba sucediendo? Más tarde una fuente señalaba que los trolles salían de la plataforma de Julio Guzmán. Plataformas de izquierda como Lamula.pe, utero.pe y esahora.pe se sumaron a la campaña que buscaba mellar credibilidades. ¿Por qué?

La respuesta es sencilla: un sector del país y de la política busca afectar la credibilidad de todas las opiniones y voces diferentes. Se pretende uniformizar la opinión en medio de la campaña electoral. Es parte de una estrategia de instrumentación del periodismo de parte del poder y de las estrategias electorales en curso. Un tema muy sensible es la estrategia de liquidación de Alan García y el Apra. Si no participas en ella “eres aprista”. De allí la brutal campaña de insultos al suscrito no obstante la interesante entrevista en SMT.

Los muchachos de los mencionados portales quieren impartir clases de periodismo y sobre cómo entrevistar. Se puede debatir con quien sea y dónde sea, pero con altura. Pero si entre periodistas empezamos a decirnos cómo se hace periodismo, tarde o temprano, se desatará una guerra de periodistas. Y eso es lo que sucede en todas las sociedades controladas por los autoritarismos cuando la política, la facción, instrumenta al periodismo. Venezuela, Bolivia, Ecuador y el fujimorismo de los noventa son claros ejemplos. ¡Eso no puede pasar en nuestra joven democracia!

Desde aquí invoco a Gustavo Gorriti, a Augusto Álvarez Rodrich, a Rosa María Palacios, a Rolando Toledo (dueño de La Mula.pe y Utero.pe) a Claudia Cisneros y a otros periodistas de izquierda, colegas con influencia nacional e internacional, a evitar una guerra de periodistas en medio de una campaña electoral que se anuncia tensa por la polarización entre “fujimoristas y anti fujimoristas”. De alguna manera este asunto también debería ser parte de la agenda del Consejo de la Prensa Peruana.

Si nuestros políticos no dialogan, ¿qué le puede suceder a un país donde periodistas de diferentes aproximaciones se acuchillan entre sí?

VICTOR ANDRES PONCE