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¿Entre la disolución y la vacancia? La suma cero

¿Entre la disolución y la vacancia? La suma cero
Víctor Andrés Ponce
15 de septiembre del 2017

Posibles escenarios del choque de poderes

Luego de que Fernando Zavala, presidente del Consejo de Ministros (PCM), gatillara el escenario de una confrontación general entre el Ejecutivo y el Legislativo, presentando una moción de renovación de confianza para el Gabinete, los pronósticos sobre la actual crisis de gobernabilidad se multiplican. Algunos de esos pronóstico tienen el tufillo del pesimismo, en tanto que otros están cargados de optimismo.

La aproximación pesimista nos señala que, luego de rechazarse la confianza al Gabinete Zavala, la confrontación entre los poderes sería inevitable, y que todo iría escalando hasta ubicarnos en la disyuntiva de forzar la disolución del Legislativo o la vacancia de la jefatura de Estado. Esta apreciación señala que el presidente Kuczynski presentaría un nuevo Gabinete teñido del mismo antifujimorismo que flameó en la gestión del Gabinete Zavala, con el objeto de seguir apostando por la disolución del Legislativo. Ante esta situación, el fujimorismo retrocedería tácticamente y otorgaría la investidura a regañadientes para forzar la vacancia de la jefatura de Estado en la siguiente semana.

Sin embargo la apuesta optimista nos señala que el presidente Kuczynski presentaría un nuevo gabinete de unidad nacional, en conversación con el fujimorismo y otros sectores del país, y procedería a organizar una gran convergencia nacional que apunte a desarrollar reformas de segunda generación y una dialéctica de colaboración entre oficialismo y oposición. Según esta interpretación el Ejecutivo buscaría la convergencia desde una posición de fuerza, porque ahora sí tendría la herramienta constitucional que le permitiría forzar una cuestión de confianza para un segundo Gabinete, lo que le posibilitaría la disolución del Congreso.

En cualquier circunstancia la apuesta optimista es lo único que puede salvar el actual momento de la República, porque imaginar una colisión de poderes sin una salida negociada —como mandan las mejores tradiciones de la política— es un despropósito sin nombre. Si bien el Ejecutivo sería el perdedor en el corto plazo, el fujimorismo inevitablemente también sería el gran derrotado en el mediano plazo. Es decir, hacia el 2021.

Un gabinete conversado o de convergencia entre el oficialismo y la oposición, en primer lugar, alejaría del Gobierno todas las influencias del extremismo antifujimorista y del humalismo que, de una u otra forma, explican la imposibilidad de organizar un entendimiento entre oficialismo y oposición durante la gestión del Gabinete Zavala.

Es imposible comprender cómo las cosas llegaron a esta situación durante la gestión de Zavala al frente de la PCM. Una manera de entender los hechos es atribuir la responsabilidad al extremismo opositor que comenzó a acentuarse en el movimiento naranja. Es evidente que el fujimorismo tiene gran responsabilidad en esta situación. Pretender censurar a la ministra de Educación, Marilú Martens, parecía una voluntad excesiva de mostrar el músculo; sobre todo cuando todos sabían que no iba a permanecer más allá de unas semanas en el cargo, y que el Ejecutivo estaba buscando reemplazo con frenesí.

Sin embargo, a nuestro entender la primera responsabilidad de esta situación la tienen el jefe de Estado y Zavala por cultivar ese criterio perverso acerca de que el Congreso debe asumir la responsabilidad de cambiar a los ministros, y de pretender atribuirle los pasivos del gobierno a la oposición. Esta estrategia solo parecía exitosa en las interpretaciones del oficialismo, porque en realidad estaba desencadenando la caída libre de la popularidad del presidente Kuczynski. La gente exigía cambios con claridad, y en el Ejecutivo existía una clara resistencia a producir las necesarias modificaciones ministeriales frente a los incuestionables yerros gubernamentales.

En todo caso, la guerra de poderes ya está declarada. Felizmente las guerras también producen la paz y nuevos órdenes que perduran en el tiempo. Y la responsabilidad de pepekausas y fujimoristas es convertir este terrible momento de la República en una posibilidad para la gobernabilidad y las reformas estructurales, de lo contrario la suma de todos estos autogoles producirá cero para pepekausas y fujimoristas. En cualquier caso el desmadre político del Perú comenzará a detener la inversión y paralizará los principales motores de la economía.

 

Víctor Andrés Ponce

 
Víctor Andrés Ponce
15 de septiembre del 2017

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