El gabinete ideal de PPK

La tecnocracia y la política en la nueva administración

Hay insistentes rumores que señalan que el futuro presidente del Consejo de Ministros sería el ex titular de Economía, Fernando Zavala. También se menciona la posible designación de Alfredo Ferrero. Si a estas especulaciones le sumamos la designación de Alfredo Thorne en el despacho de Junín, entonces la cosa está clara: PPK está confirmando la cuota tecnocrática en su primer gabinete que, de una u otra manera, refleja la votación de la primera vuelta electoral, en la que el 70% de la población se pronunció a favor del libre mercado.

Sin embargo, como lo señalan diversos analistas, la tecnocracia no es suficiente para contrarrestar la dispersión política del poder que ha sancionado la última elección nacional: el pepekausismo en el Ejecutivo y el fujimorismo en el Legislativo. Hoy la gobernabilidad exige recuperar el universo artístico de la política; es decir, la cualidad que convierte lo imposible en posible, que transforma al rival en un potencial colaborador. Y aquí es donde PPK debería hilar fino y despejar todas las interrogantes que se formulan sobre su futura administración.

Y la primera cosa que debería entender PPK es que el gabinete debe reflejar una voluntad de restablecer la mayoría electoral, distorsionada por la extrema polarización fujimorismo versus antifujimorismo. ¿Cómo se hace? Si la cuota tecnocrática ratifica la identidad —el ADN— de PPK, entonces,se necesita el ingrediente político: el ministro o los titulares que sean viables o aceptables para la mayoría fujimorista del Legislativo. Nada de esto significa abdicar o padecer un secuestro implícito por la mayoría fujimorista —como pretende señalar la izquierda—, sino desarrollar las tradiciones más clásicas de la democracia, en la que las minorías y mayorías se relativizan en función de un proyecto común. Todo parece indicar que los candidatos para esas responsabilidades están fuera del pepekausismo. O quizá militen en partidos como el Apra o el PPC, hoy convertidos en verdaderas bisagras para armar el difícil rompecabezas de la gobernabilidad.

Un gabinete sin políticos, o con claras limitaciones políticas, puede ser el presagio de choques innecesarios entre los poderes. Sobre todo, puede ser una demostración de miopía ante la evidente necesidad de hacer política no solo en relación con el Congreso, sino con las regiones, los gobiernos locales y la provincia en general, espacios privilegiados en que la izquierda desarrollará sus estrategias de confrontación. Ausencia de política también podría ser el augurio de que al piloto automático solo se está agregando mayor aceleración estatal, algo que no es suficiente para preservar la democracia y el mercado para el 2021.

Ahora bien, PPK, como un hombre ducho y experimentado en todos los capítulos políticos de las últimas décadas, entiende perfectamente que nadie hace política desatando sonrisas en todos los actores. Si existe una tesis de ese tipo, entonces PPK habría olvidado sus experiencias con el belaundismo, el toledismo y las últimas elecciones en las que participó. Por ejemplo, ratificar el proyecto estatista de izquierda que desarrolla Jaime Saavedra en el Ministerio de Educación podría ser la antesala de diversos contraataques del fujimorismo en el Congreso. Desmontar las normas estatistas puede ser un problema al inicio, con los niveles de aprobación de Saavedra; pero, tarde o temprano, el movimiento naranja reaccionará contra una reforma que pretende restringir la oferta privada en el sector.

En todo caso, más allá de la foto PPK-Keiko Fujimori que reclama el periódico antifujimorista, es evidente que el primer gabinete de la nueva administración es el primer gesto, acto o estrategia a favor de la gobernabilidad que todos los peruanos de buena voluntad apostamos a alcanzar.

Víctor Andrés Ponce