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En Lima, en la carretera Ramiro Prialé, el puente Huaycoloro está deteriorado por la falta de mantenimiento. El puente tipo Bailey (modular) fue instalado de manera provisional, después de que el anterior puente de concreto colapsara después de la crecida del río Rímac en enero 2017, como consecuencia del fenómeno de El Niño costero 2016-2017. Se ha denunciado que este puente es un peligro para los vehículos por el desgaste visible de las planchas metálicas, y para los peatones por las tablas de madera a punto de colapsar.
Si esto sucede en Lima, en la capital del Perú, lo mismo debe estar sucediendo con los demás puentes provisionales instalados en todo el país después de los desbordes e inundaciones del verano 2016-2017. Por ejemplo, después de dos años y medio, el Ministerio de Transporte y Comunicaciones (MTC) ha anunciado el inicio de la construcción del puente sobre el río Virú en La Libertad. El puente anterior colapsó en marzo 2017 debido a los desbordes del río y en su lugar también se instaló un puente provisional, de 112 metros y 48 toneladas de peso permisible.
Este puente, según la Cámara de Comercio de La Libertad, ya excedió su vida útil, y en noviembre pasado se denunciaron fallas en su estructura. La obra que debe comenzar antes de fin de año, será financiada con el Fondo del Plan Integral de la Reconstrucción con Cambios y con la póliza del contrato de concesión. Vale señalar que los puentes Bailey o modulares, de uso militar, armables y desarmables, son diseñados para periodos definidos, rutas de bajo tránsito y poca carga.
Durante el fenómeno de El Niño costero 2016-2017 fueron afectados siete puentes de la red vial nacional: Huambacho, Sechín, San Marcos y Coishco en Áncash, Lacsa en Lima, Quebrada Honda en Piura y Virú en La Libertad. Todos estos puentes colapsaron entre el 16 y 29 de marzo 2017. Según Provías, la recuperación de estos puentes —instalación de puentes modulares, reforzamiento de sus estructuras e instalaciones complementarias— terminó en diciembre 2017, hace más de año y medio. Asimismo, en el distrito de Catacaos Piura, se instaló un puente modular para que reemplace al antiguo puente Independencia.
De acuerdo a las Especificaciones Técnicas y Requerimientos Técnico Mínimos del MTC, el recubrimiento epóxico de la estructura (pintura de alta resistencia a la oxidación y sustancias alcalinas y ácidas) de los puentes modulares tiene una duración máxima de 12 meses (por el desgaste de uso). Después de este plazo se le debe realizar mantenimiento, como máximo, a los dos meses para evitar la corrosión y un desgaste mayor. Además, en este caso, la vida útil de los puentes está vinculada a la carga (tránsito) que soporta. La cuestión es si las autoridades controlan las 42 o 48 toneladas máximas permitidas por vehículo y la protección epóxica de las parte metálicas.
Provías compra puentes modulares en función al precio, y no a la calidad. En este caso sucede lo mismo que en el de los medicamentos genéricos que compra el Estado para el sistema de salud, también en función al precio y no de la calidad garantizada de los componentes químicos. La calidad entonces de los puentes no superaría las 42 toneladas ni el millón de cargas. Por eso, y por los excesos de cargas, los puentes comprados no lleguen ni siquiera a cumplir con su vida útil proyectada.
A la demora en la Reconstrucción con Cambios (RCC), ahora se habla de un proceso de ¡veinte años!, se suma el problema de los puentes modulares que podrían causar pérdidas humanas y daños materiales. Advertimos a nuestras autoridades, tan acostumbradas a actuar después de que suceden las tragedias.
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