Editorial Política

El mito de la constituyente y la pobreza

La importancia de defender la Carta de 1993

El mito de la constituyente y la pobreza
  • 26 de noviembre del 2020

La crisis institucional y política del sistema republicano vuelve a poner en la agenda política el debate sobre la asamblea constituyente, que promueven los sectores radicales. Sin embargo, los sectores chavistas, vinculados al Foro de Sao Paulo, hasta hoy no precisan en qué consiste su nueva propuesta de Carta Política, excepto la urgencia de redactar un nuevo texto constitucional que establezca un régimen económico anticapitalista.

En otras palabras, estos sectores plantean terminar con la independencia del Banco Central de Reserva y cancelar el rol subsidiario del Estado para promover el estado-empresario, derogar el principio que establece que los contratos no pueden ser derogados por ley y relativizar la prohibición de regular precios y mercados. Es decir, estos sectores proponen regresar al régimen económico de la pasada Constitución de 1979 y de los principios constitucionales que organizan, por ejemplo, la tragedia económica y social de Venezuela.

Desde el punto de vista económico y social, la propuesta de la izquierda es absolutamente incomprensible, solo entendible desde la rigidez ideológica. Durante la vigencia de la Constitución de 1979 la pobreza sobrepasó el 60% de la población y la hiperinflación, simplemente, amenazó con disolver la sociedad. Durante la vigencia de la Carta de 1993, hasta antes de la pandemia y la actual megarrecesión, el PBI se triplicó, la pobreza se redujo del 60% de la población a solo 20% y el ingreso per cápita aumentó de US$ 960 dólares a US$ 6,940. 

Para los jóvenes que pueden leer estas cifras como números fríos y sin alma, solo basta mirar fotografías o videos de la época para establecer los contrastes: donde antes había miseria y violencia hoy se levantan los malls de los cono este, norte y sur, en donde los pobres y migrantes de ayer se han convertido en las nuevas clases medias, en los consumidores de ahora.

Si las cosas no han marchado en el Perú como todos queremos, si solo el 40% de la economía es formal y el 60% restante informal, solo se explica por los yerros de las administraciones de Toledo, García, Humala, PPK y Vizcarra. Muy por el contrario, gracias al régimen económico de la Constitución actual se ha preservado un sector privado que sigue financiando el 80% de los ingresos del Estado y provee el 80% del empleo.

¿Por qué entonces los sectores colectivistas, comunistas, demonizan la Constitución y exculpan a los gobiernos en que también tuvieron participación? Porque la estrategia de la asamblea constituyente ha sido el camino que utilizaron Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales, por ejemplo, para llegar al poder y sojuzgar a las instituciones republicanas. No hay otra explicación. En el caso de los comunistas la obsesión por acabar con el régimen económico desregulador de la Carta del 93 tiene que ver con la estrategia de centralizar el poder económico y político en el Estado, en el partido, en la nomenclatura.

Algo más. Un camino constituyente en medio de la megarrecesión actual, simplemente, significaría la estocada final al modelo económico, basado en la desregulación de precios y la inversión privada. ¿Quién se atrevería a invertir con semejante crisis institucional, política y económica, a la cual se le agregaría un proceso constituyente?

De otro lado, en la relación entre constituciones y desarrollo existe una regularidad incuestionable: cuanto más longeva es una Carta Política más prosperidad y bienestar en la sociedad. Por ejemplo, las constituciones más antiguas son la del Reino Unido de 1215, Estados Unidos de 1789, Noruega de 1814, Holanda de 1815, Nueva Zelanda de 1852, entre otras. Todos estos países han alcanzado el desarrollo e ingresos per cápita que sobrepasan los US$ 40,000.

De otro lado, las constituciones más recientes son las de República Centroafricana de 2013, Fiyi de 2013, Zimbabue de 2013, Egipto de 2014, entre otras. La característica de estos países son los bajos ingresos y el subdesarrollo.

La propuesta de una asamblea constituyente para resolver los problemas acumulados del país, pues, es un mito, una leyenda, que solo oculta una estrategia de asalto al poder de los sectores que no creen en las instituciones republicanas ni la economía de mercado.

  • 26 de noviembre del 2020

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