A través de la prensa de los Estados Unidos se acaba de...
Colapsan el estado empresario y el proteccionismo
Para analizar el aplastante triunfo de la oposición venezolana sobre el oficialismo chavista en las elecciones para la Asamblea Nacional existen varios enfoques. Por ejemplo, algunos señalan que expresa el final del ciclo de las izquierdas en la región. Para engrosar el argumento se menciona el triunfo de la oposición en Argentina y la crisis del Partido de los Trabajadores (PT) en el Brasil. Otros hablan del autoritarismo como la causa de estos desenlaces. Semejantes aproximaciones son válidas, sin embargo si no se establecen los nexos con el descalabro económico de estos países las reflexiones pueden ser epidérmicas.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía venezolana se contraerá en 10% el 2015 y en 6% el 2016. La inflación ya supera el 200%. En Brasil la recesión llegará al 2% mientras que la Argentina apenas crecerá en 0.4% este año en tanto que para el próximo todos pronostican la sombra de la recesión. Si en el 2015 América Latina será una de las pocas regiones en el mundo que, en promedio, aumentará pobreza es exclusiva responsabilidad de los tres gigantes arriba mencionados.
Semejantes resultados se constituyen en una verdadera paradoja en el debate nacional. Durante estos años la izquierda local se la ha pasado hablando del fin del súper ciclo de los commodities y de “la prosperidad falaz” o “el modelo primario exportador” para criticar las vigas maestras del modelo económico peruano. Sin embargo el Perú y los países de la Alianza del Pacífico (Chile, Perú, Colombia y México) siguen creciendo y reduciendo pobreza pese a los retrasos y las agendas pendientes. Las claves de estos éxitos relativos son: una macroeconomía responsable, libre comercio y reconocimiento de que no hay desarrollo si el sector privado no es el protagonista principal de la inversión.
En Venezuela, Argentina y Brasil, por el contrario, con énfasis más o menos, se desarrollaron políticas proteccionistas que se negaban al libre comercio. Se consolidó el estado empresario y se aplicaron todo tipo de controles de precios y de divisas. El sector privado languideció y cuando los commodities comenzaron a caer estas economías estatistas, poco diversificadas, no soportaron el remezón y allí está la recesión.
Con el desastre económico en marcha las oposiciones políticas comenzaron a alzarse con victorias electorales en un efecto de dominó regional. Una de las características de estos estatismos, que desarrollaron la llamada “maldición de los recursos naturales”, es el control autoritario del chavismo en Venezuela y Argentina y el continuismo del PT en el Brasil. Cuando los precios de los commodities eran altos la fiesta estatista permitía incrementar el gasto social y aumentar las clientelas. La popularidad crecía como una espuma. Con la lentificación del crecimiento mundial todo se cae como un castillo de naipes.
Algo parecido puede suceder en Ecuador y Bolivia, dos economías pequeñas, con cierta prudencia fiscal, pero que restringen el libre comercio y el aporte del sector privado.
Las lecciones de la experiencia latinoamericana son irrefutables. De allí que cause asombro la persistencia de la izquierda local en las ideas y criterios que hoy hunden a los venezolanos, argentinos y brasileños. Semejante indolencia solo revela frivolidad, sobre todo, cuando el Perú necesita recuperar tasas altas de crecimiento para reducir pobreza como antes.
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