Globalización

Venezuela no será una Cuba continental

Comunismos y colectivismos son aplastados por la economía

Venezuela no será una Cuba continental
  • 17 de febrero del 2019

 

Como sucedió con el fin de la Guerra Fría, luego del desplome del Muro de Berlín, la economía en Venezuela se convierte en la comba que empieza a pulverizar el sueño colectivista de planificar el crecimiento bajo la dirección de un partido único y una satrapía justificada en nombre de la ideología. El fracaso del estatismo ha generado en ese país una crisis humanitaria que solo puede compararse a las devastaciones que causan las guerras.

La terrible crisis ha posibilitado el resurgimiento de la oposición, liderada por el presidente Juan Guaidó, que ha recuperado plena iniciativa política. La muerte de niños y ancianos, la falta de medicinas en los hospitales, la pérdida de 11 kilos de peso (en promedio) de los venezolanos, la emigración forzada de más de 4.5 millones de ciudadanos, entre otros factores, han hecho que el gobierno de Guaidó se convierta en un poder real y alternativo a la tiranía chavista. Las democracias occidentales reconocen a la nueva administración, y Estados Unidos ha embargado las cuentas de PDVSA, la petrolera estatal. Por su parte, Guaidó ya ha nombrado nuevos funcionarios para PDVSA, y Estados Unidos anuncia que pagará sus obligaciones a los representantes de Guaidó. El resultado: el régimen chavista ha sido herido de muerte, porque el 90% de los ingresos por exportaciones provienen del petróleo, y la gran nación del norte es la principal compradora de este producto.

De otro lado, la administración de Guaidó junto a Estados Unidos y Brasil, —dos colosos del continente americano—y Colombia, organizan la distribución de una gigantesca ayuda humanitaria en contra del régimen chavista. La dictadura se opone abiertamente a distribuir los víveres y medicinas, pero carece de autoridad interna y externa. En los predios del Palacio de Miraflores se sabe que una oposición frontal a distribuir la ayuda —que salvaría a miles de enfermos, ancianos y niños— puede desatar un clamor mundial a favor de una intervención militar. Se sabe también que con la presencia de los gigantes de América el respaldo de Rusia y China resulta demasiado lejano.

Juan Guaido

En otras palabras, la tiranía chavista está arrinconada. Rechazada por la población, aislada internacionalmente y con las cuentas embargadas, la dictadura parece haber empezado una cuenta regresiva. El sueño de una Cuba continental, con las mayores reservas de petróleo del planeta, que ideó la nomenclatura y la inteligencia cubanas parece hacerse añicos. Maduro y la jerarquía chavista solo tienen el respaldo de las Fuerzas Armadas, controladas en base a todos los manuales de la inteligencia y el terror. Pero ese respaldo no puede durar sin apoyo ciudadano. Algunos señalan que los sátrapas del chavismo ya empezaron a negociar el asilo y la impunidad en Cuba; y en diversos sectores de la oposición, y en el gobierno de Guaidó, se empieza a ver esa salida como posible. Cualquier decisión que abrevie el sufrimiento del pueblo llanero vale.

Finalmente, nadie puede predecir el desenlace de la tragedia que el comunismo ha originado en Venezuela. Una tendencia sólida a favor de la libertad puede modificarse. Todo dependerá de la capacidad política del gobierno de Guaidó, asesorado por los mejores estrategas de Occidente.

Una vez más, en Venezuela se demuestra la superioridad del capitalismo, de la economía de mercado, sobre los colectivismos. La barbarie estatista es impresionante: se proyecta que este año la inflación de Venezuela superará los 10,000,000%. La economía se ha contraído en alrededor del 50% del PBI desde que Nicolás Maduro asumió el poder.

En Venezuela el gobierno dictatorial ha hecho todo lo que ningún país debe hacer. Sin embargo, aquí en el Perú el Frente Amplio, Nuevo Perú, y los proyectos antisistema siguen pretendiendo cambiar la Carta Política para redactar una constitución anticapitalista. Y acaban de presentar un proyecto para derogar el Decreto Supremo que promueve la productividad y competitividad de nuestra economía. La barbarie no descansa.

 

  • 17 de febrero del 2019

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