A través de la prensa de los Estados Unidos se acaba de...
Pese a las protestas promovidas por la izquierda en las afueras del Congreso, la Cámara de Diputados aprobó por mayoría (138 votos a favor contra 103) la reducción del gasto público para el próximo año. Y aunque aún falta la aprobación del Senado, la decisión de la Cámara Baja posibilitó que el Fondo Monetario Internacional ampliará un préstamo de US$ 50,000 millones de dólares a US$ 57,000 millones. El crédito internacional busca cubrir los déficits del Estado argentino, pero con un claro compromiso de reducir los gastos estatales. En este contexto, el Gobierno argentino proyecta un déficit fiscal de 2.7% del PBI para el 2018 y se propone alcanzar el equilibrio fiscal en el 2019.
El Senado, pues, tiene la obligación de ratificar el recorte presupuestal aprobado en la Cámara de Diputados, que representa alrededor de 300,000 millones de pesos argentinos (US$ 11,000 millones). Más allá de las presiones de la izquierda y los sindicatos, el Senado tiene el deber de sancionar el ajuste del gasto estatal, la única manera de relanzar a la tercera economía más grande de Latinoamérica, que desde las fórmulas estatistas de Perón en el siglo pasado solo ha conocido de retrocesos económicos y sociales. Basta recordar que, durante 12 años de kirchnerismo, el gasto del Estado sumó alrededor de 600% del PBI, una cifra astronómica, que explica el deterioro de la economía argentina y que también explica la inflación de cerca del 42% para el 2019.
El gobierno de Macri ha sido duramente criticado en los círculos financieros por su gradualismo, sobre todo por su falta de voluntad y decisión de reducir el enorme Estado argentino y el gasto público galopante. Sin reducción de gasto público todas las demás reformas, tarde o temprano, resultaría insuficientes. Por ejemplo, en el Gobierno de Macri se sinceraron las tarifas públicas, con un aumento de 1,600% en servicios de agua, electricidad, gas y transporte, que tuvo enorme impacto en la reducción del déficit general del Estado y movilizó a los mercados en estos sectores. No obstante el déficit siguió siendo enorme y la inflación continuó incrementándose. En este contexto, el FMI acudió en ayuda de Argentina con el préstamo de US$ 50,000 millones. Hoy, gracias a las decisiones en el Legislativo y la voluntad de reducir el gasto estatal, el señalado préstamo se amplía, tal como se indica líneas arriba.
En este contexto, vale aprender de la experiencia argentina y de los límites del gradualismo, sobre todo considerando que Jair Bolsonaro acaba de ser elegido presidente de Brasil y deberá enfrentar los mismos dilemas de Macri, pero multiplicados por varias veces. Bolsonaro no tiene control absoluto de las dos cámaras en Brasil —en diputados el Partido Social Liberal es la segunda mayoría—, por lo que deberá combinar la persuasión, el diálogo y la movilización ciudadana para hacer pasar sus reformas económicas. Y todos sabemos que el Partido de los Trabajadores se convertirá en el muro de contención anticapitalista.
COMENTARIOS