A través de la prensa de los Estados Unidos se acaba de...
Semana decisiva en Brasil. En estos días, la Cámara de Diputados deberá aprobar la reforma del sistema pensiones, impulsada por el presidente Jair Bolsonaro y que ayudará a solucionar algunos problemas de la economía brasileña. Se trata del primer paso para lograr el equilibrio fiscal e impulsar el desarrollo de la segunda economía más grande de América. No obstante, Jair Bolsonaro no cuenta con la mayoría en ambas cámaras, y depende de alianzas para concretar esta reforma constitucional — a la que se opone el Partido de los Trabajadores (PT)—, la cual requiere de la aprobación de tres quintos de la votación, tanto de los diputados como de los senadores (en dos turnos).
Jair Bolsonaro lleva apenas seis meses al mando de Brasil, pero en este lapso ha demostrado estar decidido a reconstruir la economía brasileña, seriamente dañada por dos décadas de populismo lulista. En este contexto, Bolsonaro quiere reformar el sistema de pensiones, para reducir el gran déficit fiscal (que alcanza el 7% del PBI) y la inflación (2.35% anual). Los fondos destinados a las pensiones de los jubilados representa el 58% del gasto público, una cantidad que equivale al triple de lo que se gasta en educación y salud.
Ante esta realidad. Bolsonaro ha propuesto establecer por primera vez una edad mínima (65 años para a los hombres y 62 años para las mujeres) y 40 años de contribuciones, como mínimo, para lograr una jubilación integral. Además ha dejado abierta la posibilidad de organizar un sistema de capitalización individual hacia el futuro. Y es que, en la actualidad existen muchos brasileños que se jubilan a los 50 años de edad. Con la propuesta del Ejecutivo se busca ahorrar más de US$ 300,000 millones anuales, reducir el desempleo (que afecta a más de 13 millones de brasileños), y reducir la gran deuda pública (equivalente a más del 80% PBI).
La iniciativa de Bolsonaro ya cuenta con el visto bueno de una Comisión parlamentaria brasileña, que aprobó este jueves (por 36 votos contra 13) un informe que sienta las bases para un nuevo sistema de pensiones. Sin embargo, todo dependerá de la decisión del Congreso; inicialmente de la Cámara de Diputados, que en estos días decidirá si va o no va la reforma de pensiones.
Con toda seguridad, la izquierda brasileña seguirá poniendo trabas y movilizando a las masas con el fin de impedir que se concrete esta gran reforma. No obstante, tampoco cuenta con mayoría en el Congreso. Y las alianzas son más factibles para Bolsonaro, ya que en ambas cámaras tanto los parlamentarios conservadores como los defensores del capitalismo le brindarían su apoyo, debido a sus objetivos en común. Al término de esta semana se espera que los diputados voten a conciencia, porque el futuro de Brasil está en sus manos.
La reforma de pensiones solo es el primer paso para catapultar a Brasil como una gran potencia económica, pues Bolsonaro (un presidente de derecha y que no le teme a las encuestas de popularidad) tiene en mente impulsar un amplio paquete de privatizaciones y concesiones para reducir el tamaño del Estado. Son cambios que están generando optimismo entre los empresarios brasileños, como se manifiesta ya en los indicadores de la Bolsa de Valores de San Pablo. Todo lo contrario a lo que sucede en otros países de Latinoamérica; como Argentina, donde el presidente Macri ha optado por el gradualismo y endeudarse con el FMI, y no desregularizar los mercados. Por eso hoy Argentina padece de una gran crisis, con una inflación que bordea el 54%.
COMENTARIOS