Globalización

Las FARC vuelven a la guerra

Repúblicas nunca deben renunciar al monopolio de la violencia

Las FARC vuelven a la guerra
  • 29 de agosto del 2019

 

El ex número dos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC), Iván Márquez, anunció esta semana el nacimiento de una nueva organización terrorista guerrillera en Colombia. Y lo hizo rodeado por Jesús Santrich y por Óscar Montero (“El Paisa”), uno de los terroristas más buscados por la Interpol por tráfico de cocaína; y Aldiniver Morantes, alias “Romaña”, aterrador por los asaltos de las carreteras colombianas. En otras palabras, la mayoría de cuadros y dirigentes de la ex FARC que, supuestamente han depuesto las armas por el polémico acuerdo de paz, hoy empuñan nuevamente los fierros y se preparan a disparar en contra del Estado democrático. Pero eso no es todo. Los terroristas guerrilleros anunciaron una alianza con el grupo terrorista del Ejército de Liberación Nacional, que cuenta con 3,000 hombres armados. 

Gracias al acuerdo de paz, las FARC de Colombia se transformaron en la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común y participaron en las elecciones del primer trimestre del 2018. Precisamente Márquez lideró la lista al Senado, pero su movimiento solo consiguió 52,532 votos. No obstante, el terrorista —que hoy anuncia más violencia en Colombia— tenía un escaño en la Cámara Alta gracias al acuerdo de paz. En otras palabras, los terroristas no tienen posibilidades electorales frente a las mayorías, solo pueden hacer política con armas, disparos y muertes.

Como se aprecia con absoluta claridad, cuando las repúblicas (los estados democráticos) renuncian o negocian en condiciones desventajosas el monopolio de la violencia, tarde o temprano las sociedades libres salen perdiendo en demasía. En las concesiones de paz, incluso, a los terroristas se les reconoció territorios con una normatividad especial y escaños en el Congreso para legislar. Ninguna de esas concesiones tienen valor. Hoy los terroristas vuelven a lo de siempre.

¿Qué significa semejante escenario? Que los demócratas y republicanos debemos estar más que alertas frente a las ONG comunistas, caviares y de izquierda antisistema que buscan erosionar la autoridad del Estado democrático (que existe en base al sufragio y equilibrio y control del poder) con discursos que, supuestamente, pretenden defender los Derechos Humanos, cuando en realidad solo protegen a los acusados de subversión o a quienes desarrollan violencia abierta contra las inversiones privadas, amparadas por la Constitución y la ley.

En el Perú, por ejemplo, el relato tendencioso registrado en el Informe de la Comisión Verdad siempre pretendió explicar la violencia por problemas económicos, sociales y culturales acumulados en la República, o por la pobreza y la exclusión. Sin embargo, la experiencia nos demuestra que la violencia y el terror es un derivado de la ideología comunista. Por ejemplo, ¿por qué no hubo terrorismo en Bolivia ni Haití pese a que siempre fueron sociedades más pobres que el Perú? ¿Por qué Colombia no puede salir del terror guerrillero por más de medio siglo, no obstante que sus condiciones económicas y sociales superan o son iguales a las del Perú?

De otro lado en los relatos comunistas siempre se pretendió equiparar la violencia legal del Estado con la vesania del terrorismo comunista. De allí que se pretenda seguir judicializando a los miembros de nuestras Fuerzas Armadas hasta el día hoy, ante la indiferencia de una mayoría que no reacciona frente a los ultrajes a nuestros soldados que defendieron la paz y la libertad. 

Gracias a esos militares que pelearon al lado de la movilización campesina y rondera, la República recuperó un tercio del territorio del área rural, en el que el comunismo maoísta pretendía construir un nuevo Estado, a semejanza de la experiencia camboyana y tal como sigue sucediendo en el campo colombiano. Gracias a esos soldados, que hoy siguen absurdamente judicializados, hoy el Perú no tiene que enfrentar las encrucijadas de Colombia, que provienen de una errática negociación con comunistas terroristas, que solo se sientan a conversar para acumular fuerzas y reorganizarse para la siguiente embestida. Aprendamos, pues, de los yerros de nuestros hermanos colombianos.

 

  • 29 de agosto del 2019

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