A través de la prensa de los Estados Unidos se acaba de...
A seis meses de las elecciones, en Argentina crece el rechazo al Gobierno de Mauricio Macri. En el último año la inflación alcanzó el 54.7%, la pobreza subió 6% (del 26% al 32%), el desempleo llegó a 9% y el peso argentino siguió devaluándose. El resultado: 64.7% de argentinos desaprueba la gestión Macri, y con estas cifras en rojo la reelección del mandatario peligra. Una triste situación para un jefe de Estado que asumió el poder convertido en una esperanza frente al kirchnerismo y al chavismo latinoamericano.
En este contexto, el presidente argentino, en un intento desesperado, ha tomado algunas medidas populistas con el fin de incrementar su aceptación. Macri ha acordado con 16 empresas fijar el precio de los alimentos de primera necesidad y la reducción de precios de los medicamentos para los próximos seis meses. El motivo, según el Gobierno: los precios podrían dispararse por la inflación y escasearían determinados productos. En otras palabras, en vez de sincerar precios y mercados, las cosas se orientan a salidas inmediatas que agravan el problema en el largo plazo. Es evidente que estamos frente a estrategias de cara a la reelección.
Estas medidas contrastan con la decisión de reducir el gasto público y la inflación sobre la base de los acuerdos con el FMI. Como todos sabemos, Macri acordó con el FMI un préstamo de US$ 57,000 millones como una alternativa menos traumática frente a la urgencia de las privatizaciones y el aumento de impuestos.
De otro lado, vale señalar que la administración Macri, en poco más de tres años de gobierno, sinceró las tarifas de los servicios de agua, luz y gas, produciendo un incremento de precios de alrededor de 600%, en promedio. Sin embargo, el pecado mortal de Macri —y la causa de todos los fracasos económicos que hoy ponen en cuestión la posibilidad de reelección- evidentemente es el gradualismo económico. La falta de voluntad para reducir el gasto fiscal mediante una oleada de privatizaciones de empresas públicas, la racionalización de la planilla estatal y el gasto social explican la aparente tragedia económica argentina que lleva a muchos a extrañar el populismo de Cristina Kirchner.
Las posibilidades electorales de Cristina hoy son reales, no obstante que las administraciones del kirchnerismo son las principales causantes de la crisis. Cristina y su difunto esposo Néstor Kirchner dispararon el gasto estatal a lo largo de 12 años, alcanzando niveles difíciles de imaginar. Cristina, a pesar de eso, está hoy muy cerca de regresar a la Casa Rosada. Según la encuesta de Ricardo Rouvier y Asociados, publicada en el diario Clarín, Kirchner derrotaría a Macri en un eventual balotaje: 38.6% frente a 38.0%. Si los precios de los alimentos y las medicinas se disparan, la diferencia entre ambos candidatos se extendería a favor de Kirchner. Quizá ese sea el motivo de las medidas populistas de Macri, que coincidentemente terminarán cuando finalicen las elecciones.
Argentina vive un momento crucial. O retorna el kirchnerismo o se consolida la centro derecha con cuatro años más de macrismo. Mauricio Macri sigue siendo la opción menos mala para Argentina, pero está obligado a abandonar el gradualismo para aplicar un programa de reformas que transformen el Estado, desregule los mercados y sincere los precios. No sabemos si el tiempo le alcanzará, porque el gradualismo económico y sus resultados se han convertido en los peores enemigos de la posibilidad de una segunda administración para el mandatario argentino.
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