A través de la prensa de los Estados Unidos se acaba de...
En el mundo se contempló con perplejidad el intento de asesinato del candidato derechista del Brasil, Jair Bolsonaro. En medio de una actividad proselitista, Bolsonaro recibió una puñalada que obligó a una intervención quirúrgica de emergencia. Pero el candidato derechista sigue en campaña. Y luego de que la autoridad electoral brasileña negara la postulación del ex presidente de Brasil Lula Da Silva, Bolsonaro y la ecologista Marina Da Silva posiblemente disputarán la segunda vuelta.
Según la encuestadora Datafolha, el ex diputado y capitán retirado tiene el 22% de la intención de voto, y la activista ecológica cuenta con el 16%. Sin embargo, las posibilidades de crecimiento de Silva aparecen escasas, sobre todo por sus posiciones dubitativas con respecto a la ideología de género (propone un referéndum para zanjar el tema), mientras que Bolsonaro arremete frontalmente contra las tesis de género. En este contexto, la mayoría de familias brasileñas —influidas por las religiones católica y evangélica— exigen mayores definiciones sobre el tema.
Este singular escenario electoral se presenta por la exclusión de Lula. El Tribunal Superior Electoral, máxima autoridad en los comicios de Brasil, emitió una resolución que impide la candidatura del ex presidente de Brasil por haber recibido una condena de segunda instancia. De esta manera el líder del Partido de los Trabajadores (PT) seguirá purgando su condena de doce años sin posibilidades de candidatear. El golpe es durísimo para el eventual candidato del PT, que posee el 40% de la intención de voto presidencial. Sin embargo Lula, buscará ante la Corte Suprema, e incluso ante instancias internacionales, revertir la resolución en contra.
Es incuestionable que el día de hoy Bolsonaro es favorito para ganar los comicios. El hecho de que el ex general no aparezca comprometido con el caso Lava Jato le otorga un aura de “político nuevo”, en contra de la corrupción de la clase política tradicional. Semejante situación lo presenta como abanderado de la lucha anticorrupción, además de mostrar una voluntad firme e imagen de autoridad, para combatir la ola criminal que afecta a la sociedad brasileña. Pero las encuestas siempre son fotografías de un momento. En la hipótesis de que el PT no dispute la segunda vuelta, todos los analistas señalan que el apoyo de toda la izquierda brasileña convergerá en la candidatura de Silva.
Una de las cosas interesantes del desarrollo de la campaña electoral es que se empiezan a dibujar claramente las propuesta a favor y en contra de las reformas económicas y sociales que impulsa el actual presidente Michel Temer. En dos años de la administración Temer, el Ejecutivo se propuso cerrar el déficit fiscal; sin embargo, hoy se puede señalar que solo se logró frenar el incremento del gasto público. Si bien Temer impulsó un paquete de privatizaciones para reducir la presencia del Estado empresario, casi el 90% del gasto público está legislado. Es decir, debe ser aprobado por el Congreso. El margen maniobra para el manejo del gasto solo es de 10%. Gracias al hecho de haber detenido el incremento del gasto público —que creció sin control durante los gobiernos de Lula y Dilma Rousseff, ambos del PT— la inflación de Brasil se situó en 2.95% en el 2017, la más baja en los últimos 19 años.
Si las elecciones finalmente favorecen a Bolsonaro, el candidato derechista anuncia que su administración concretará y profundizará todas las reformas económicas y sociales que pretendió impulsar la administración Temer y que se frustraron por la oposición del Congreso. Temer desarrolló un plan de privatizaciones, impulsó una reforma laboral y eliminó los subsidios de los préstamos del Banco de Desarrollo de Brasil, pero la oposición del PT en el Legislativo lo mediatizó todo. Es evidente que el gigante de Sudamérica necesita con urgencia reformas que relancen el crecimiento, la inversión privada y aceleren el proceso de reducción de pobreza. La crisis de la clase política brasileña, la influencia de los estatismos y los populismos son los enemigos que están retrasando la implementación de estas urgentes transformaciones.
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