A través de la prensa de los Estados Unidos se acaba de...
Evo Morales pretende convertirse en jefe de estado vitalicio
La democracia vuelve a sufrir otro duro golpe en Bolivia. El Congreso controlado por el partido oficialista Movimiento Al Socialismo (MAS) acaba de aprobar una ley que le permitirá al presidente Evo Morales postular a una nueva reelección. Con dos tercios de los votos a favor en ambas cámaras, la ley se someterá a un referéndum constitucional ciudadano en febrero del próximo año. Es claro entonces que Morales no pretende dejar el poder. El viejo sueño de los autócratas de todos los apellidos.
La llamada ley de reforma parcial de la Constitución Política del Estado -que ha sido propuesta e impulsada por organizaciones sociales y sindicales afines al gobierno- fue aprobada en una maratónica sesión de 20 horas, caso inédito en el país altiplánico. La reforma modifica el artículo 168 de la Constitución boliviana y posibilita dos reelecciones consecutivas. La mencionada Carta Política hoy solo permite una reelección.
La reforma parcial hace una nueva “interpretación” de los periodos de Morales al frente de la presidencia. Señala que el primer mandato de Evo Morales comprende el periodo 2010-2015, por lo tanto, la primera reelección sería entre 2015-2020 y la segunda sería entre el 2020-2025. La nueva ley no cuenta el periodo de Evo Morales en la presidencia durante el 2006-2010 porque, según expresa, es “previo” a la “refundación” del país con la Constitución de 2009. El mismo “truco constitucional” que se ha aplicado en todos los regímenes bolivarianos.
El rechazo de los líderes opositores ha sido tajante. Los ex presidentes Jorge Quiroga, líder del Partido Demócrata Cristiano (PDC), acusó a Morales de instaurar una “tiranía y una dictadura prorrogándose en el poder”. Carlos Mesa –ex presidente y pieza vital en la demanda marítima del país altiplánico ante Chile- solicitó que no se politice el diferendo marítimo con Chile en la Corte de Justicia de La Haya porque se “pretende usar esta legítima demanda nacional a favor de la reelección indefinida”.
El caso boliviano nos demuestra que los límites de América Latina, particularmente la del Sur, no solo están en la falta de competitividad que, con el descenso de los precios de los commodities, han desencadenado la llamada “maldición de los recursos naturales” en Venezuela, Argentina y Ecuador, sino que el autoritarismo y los estados clientelares de la superada Guerra Fría todavía mantienen vigencia bajo distintas formas y apellidos.
Los peruanos entonces deberían contemplar el espejo de Bolivia para aprender a valorar todos los logros económicos, sociales e institucionales de nuestro país. En la práctica, Morales quiere ser jefe de estado vitalicio y con ese motivo inflama una euforia nacionalista luego del parcial triunfo de la demanda de Bolivia contra Chile ante la Corte de la Haya.
La historia de los autócratas encaramados en el poder de por vida es harto conocida. Cuando llegue el 2025, con el cabello encanecido, Morales inventará otra razón para quedarse en el poder hasta que la muerte natural, un magnicidio, o un golpe de estado lo arroje de Palacio Quemado. Bolivia será un país ensombrecido, con denuncias de corrupción impensables y seguramente los pobres seguirán en esa condición.
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