Dilma a un paso de la destitución

El final de quince años de gobierno del Partido de los Trabajadores

En medio del furor de los Juegos Olímpicos Río de Janeiro 2016, la Cámara de Senadores de Brasil dio otro importante paso en el proceso de destitución, o impeachment que se le sigue a la todavía presidenta (aunque apartada del cargo) Dilma Rousseff. Aunque ella ha propuesto adelantar las elecciones para evitar el impeachment, todo indica que eso será difícil.

Una mayoría simple de 59 senadores votó a favor del informe presentado por el Tribunal Supremo de Justicia, en el que se acusa a Rousseff de haber atentado contra la Constitución y se exige su destitución. Solo 29 senadores votaron en contra. Semejante decisión del Senado brasileño deja a solo un paso para que Dilma sea desalojada de forma definitiva del Palacio de la Alvorada, lugar donde aún reside. ¿Qué sigue ahora?

El Senado brasileño se reunirá a fines de agosto durante cinco días para debatir nuevamente el informe y aprobar o no el proceso de destitución, mediante una última votación. Se estima que una mayoría de senadores votarán a favor de la destitución de Rousseff. Con esta última decisión del senado brasileño terminaría la hegemonía de quince años en el gobierno y el poder del Partido de los Trabajadores, que con Lula Da Silva llegó por primera vez a la presidencia en el 2016.

El largo proceso de impeachment empezó cuando en mayo de este año la cámara de diputados suspendió de la presidencia a Rousseff, tras ser acusada de haber maquillado y manejado el presupuesto federal de manera irregular. Además la Cámara de Diputados la acusó por la contratación irregular de créditos para el Gobierno con la banca pública y la emisión de decretos que alteraron los gastos, sin autorización del Congreso.

A fines de agosto Michel Temer dejará de ser el presidente interino para ser nombrado como presidente en funciones por el Parlamento. Durante los quince años en el poder, Lula y Dilma crearon un inmenso aparato estatal con el fin de atornillarse en el Ejecutivo. Populismo, corrupción, déficit fiscal y crisis económica fueron las características del gobierno socialista del Partido de los Trabajadores. Por ejemplo, hoy uno de los programas emblemáticos, Bolsa Familia, beneficia a más de 50 millones de personas; y Hambre Cero mantiene a doce millones familias. Temer además suspendió la construcción de 6,250 viviendas del programa “Mi casa, mi vida”, pues el gobierno de Rousseff, de forma irresponsable, otorgó más de tres millones de casas en plena crisis económica.

El desastre económico ya está afectando a la clase media emergente, y la pobreza empieza a aumentar. Según la firma brasileña Tendencias Consultoría Integrada (TCI), más de 3.3 millones de familias perderán entre el 2015 y 2017 la condición de clase media y retornarán a la pobreza. El informe explica que semejante retroceso se debe al alto índice de desempleo, los bajos salarios y los créditos limitados.

Para desmontar el enorme aparato estatal, Michel Temer se ha visto en la obligación de aplicar medidas de austeridad fiscal, y debe seguir adelante con esta iniciativa. Por ahora Dilma está con un pie afuera. Y así terminará el sueño populista en el gigante sudamericano.