A través de la prensa de los Estados Unidos se acaba de...
Mientras el Perú ingresa a una espiral de inestabilidad en todos los frentes, el vecino país del sur lidera la sensatez política y sin mayores complicaciones ha elegido a un candidato de derecha: Sebastián Piñera ganó la segunda vuelta de las elecciones presidenciales con un 54.57 % de los votos (3.80 millones de votos), nueve puntos más que su contrincante, el senador Alejandro Guillier (45,43%).
Desde el 31 de enero de 2012 rige la ley del voto voluntario en Chile, y un reto enorme es convencer a la gente que acuda a las urnas. Algunos analistas señalan que la derecha logró generar una movilización en contra de Guillier, pues debía evitarse “cualquier relación con el chavismo venezolano”. Sorprendió que el número de votantes se incrementara, pues en la primera vuelta hubo cerca de 60% de ausentismo. Y en su discurso de victoria, Piñera llamó a la unidad de los chilenos y a respetar el pluralismo de ideas: “Nunca esas diferencias deben convertirnos en enemigos”. Después ocurriría el tradicional “telefonazo” Bachelet-Piñera, transmitido por televisión, en el que se prometió colaboración y buenos deseos en la segunda administración. Para los ojos del mundo es un cambio de guardia más en el Palacio de la Moneda, que ya suma 16 años en el poder, que llegará a concretarse el 11 de marzo de 2018.
Así, el presidente reelecto demanda consenso para mantener y aumentar el crecimiento económico que permita responder a las expectativas de una nueva clase media. Su agrupación Chile Vamos ha ganado la mayoría en la Cámara de Diputados con un 46% (72 de 155). En tanto, en el Senado empata con la coalición La Fuerza de la Mayoría, con un 44% (19 de 43), y que ha prometido ser una “oposición constructiva” ¿No les suena familiar? Decir que el crecimiento no es importante es inapropiado, pues crecer es la forma para lograr lo necesario socialmente. Si no se impulsan ciertas reformas para el salto al desarrollo, cundirá la desesperación. ¿Continuar en libertad y democracia o virar hacia el estatismo que conduce inevitablemente al autoritarismo?
Observadores internacionales pronostican que Chile puede crecer 3.5% en 2018. ¿Un camino a seguir rápidamente? Recuperar la confianza en el sector privado para impulsar la inversión. Aunque Chile tiene cifras ansiadas en Latinoamérica —1,5% de déficit y 25% de deuda—, resultan altas para su línea tradicional de equilibrio fiscal. Deberá estar atento con la izquierda, pues lo obligará a realizar más concesiones de las que él quiera. Sin embargo estos resultados demuestran que una mayoría de chilenos desean restablecer la confianza en el mercado consolidando las reformas en la economía, la educación y el sistema de pensiones. Como también evitar retrasos del Estado en proveer servicios básicos e infraestructura, para que la demagogia y el populismo no aumenten.
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