Bolsonaro: un huracán reformista

El presidente Jair Bolsonaro es estigmatizado por la izquierda latinoamericana y mundial por sus declaraciones frontales, sin anestesias, en contra del “pensamiento políticamente correcto”, que se vuelve dominante en el planeta. Algo parecido le sucede al presidente estadounidense, Donald Trump. Sin embargo, ambos han conseguido triunfar en la economía, el crecimiento y la reducción del desempleo. 

El caso de Brasil es paradigmático: la administración Bolsonaro recibió el poder luego de una década de gobiernos socialistas del Partido de los Trabajadores (PT). El PBI del gigante brasileño se había desplomado siete puntos porcentuales entre el 2015 y el 2016, y apenas creció 1% anual entre 2017 y 2018. Por eso Bolsonaro y su ministro de Economía, Pablo Guedes, un Chicago Boys de los ochenta y hayekiano declarado, lanzaron reformas económicas audaces que ya están produciendo resultados. 

El crecimiento económico de los primeros meses de la administración Bolsonaro fueron casi cero, pero a partir del segundo semestre la economía se expandió 0.5%. En el 2019 Brasil logró un crecimiento de alrededor de 1%. Hoy todos proyectan un despertar económico de Brasil. Pero eso no es todo. La recuperación del gigante brasileño, de una u otra manera, reaviva las expectativas en América Latina. Por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta un crecimiento de Brasil de 2.2% en el 2020 y de 2.3% en el 2021. El alza de la economía brasileña alejará a América Latina del escenario recesivo que ha desencadenado el estatismo y el populismo: en el 2019 la región apenas creció 0.1%, pero gracias a la recuperación brasileña se proyecta una expansión de 1.6% en el 2020 y de 2.3% en el 2021.

Que América Latina siga creciendo por debajo del promedio mundial solo se explica por la lentificación económica de México (el populismo anti inversión de Manuel López Obrador), la recesión de Argentina, el desplome continuo de la economía venezolana y la baja de las expectativas de crecimiento en Chile por las revueltas sociales.

Pero, ¿cuáles son las claves de las reformas brasileñas en curso? El equipo de Guedes desde la llegada al poder, hace más de un año, se propuso un programa de ajustes fiscales y privatizaciones para desmontar “el estado de bienestar” del PT, que solo distribuye pobreza, recesión y “derechos declarativos”. Una de las primeras reformas de la administración Bolsonaro fue la del sistema de pensiones, que le ahorrará al fisco más de US$ 200,000 millones. ¿En qué consiste? Los brasileños antes de la reforma podían jubilarse a los 50 años. Ahora los varones lo harán a los 65 años y las mujeres a los 62 años. Si bien hay una serie de excepciones –sobre todo en maestros y militares– la reforma apunta a crear el sistema de cuentas individuales y superar el sistema de reparto estatista (un solo fondo al que todos aportan al margen del número de pensionistas y trabajadores activos).

La segunda reforma de los Chicago Boys de Bolsonaro ha sido lanzar una audaz ola de privatizaciones. Hasta fines del año pasado el Estado había recaudado más de US$ 25,000 millones en ventas de empresas estatales, no obstante que se había propuesto conseguir US$ 20,000 millones. En el plan de privatizaciones está una de las joyas de corona del estatismo brasileño: Electrobras, considerada una de las generadoras eléctricas más grandes de América Latina. Se prevé inversiones privadas por más de US$ 6,000 millones. Además, la administración Bolsonaro ha anunciado que se licitarán 44 proyectos de infraestructuras en el 2020 con inversiones proyectadas por más de US$ 25,000 millones.

Mientras América Latina parece virar a los populismos y los estatismos de siempre –generando lentificación económica, recesión y aumento de la pobreza– Brasil avanza por el camino contrario. De una u otra manera los resultados serán decisivos para la región. Vale alertar que hoy las reformas de Bolsonaro están congeladas en el Congreso, por miedo a los contagios de los estallidos sociales en la región.