Bolsonaro en guerra por reforma de pensiones

En plena Copa América, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, enfrentó su primera huelga nacional. La izquierda, dirigida por el PT (Partido de los Trabajadores) busca frenar la reforma de pensiones que apunta a reducir el gasto del Estado y devolverle a la macroeconomía equilibrios y predictibilidad. Al respecto, el gasto en pensiones suma el 58% del presupuesto, una cantidad que representa el triple de lo que se gasta en educación y salud. Asimismo, vale señalar que la huelga que enfrentó Bolsonaro también tiene que ver con la decisión del Gobierno de reducir en 30% los gastos estatales en educación.

La huelga general, impulsada por la red sindical que controla el PT, tiene el objetivo de presionar al Congreso para evitar la aprobación de la reforma de pensiones. La Central Unitaria de Trabajadores ha liderado estas protestas y pretende quebrar el eje de las reformas económicas que impulsa Pablo Guedes, ministro de Economía de Bolsonaro, considerado un Chicago Boy y estrechamente vinculado a los mercados mundiales. Bolsonaro, quien ha señalado no saber de economía y que confía plenamente en Guedes, sigue la receta del señalado economista.

Según la propuesta de ajuste económico, se busca reducir el elevado déficit fiscal. El déficit fiscal en Brasil representó el 10% del PBI en el 2015, pero en el 2018 cayó al 7%, por la reducción en el gasto público que impulsó el ex presidente, Michel Temer. De otro lado la deuda pública brasileña sobrepasa el 80% del PBI. Las mencionadas cifras revelan el deterioro de las finanzas públicas al que llevaron los años de administración del PT. 

¿Hacia dónde apunta la reforma de pensiones en Brasil? En la propuesta se establece por primera vez una edad mínima de jubilación de 65 años para a los hombres y 62 para las mujeres, cuarenta años de contribuciones como mínimo para alcanzar una jubilación integral, y se deja abierta la posibilidad de organizar un sistema de capitalización individual hacia el futuro. 

En el actual sistema no existe una edad mínima de jubilación y se presentan casos en que hombres de 50 años se jubilan con aportes de solo 30 años. En la medida que el sistema estatal de reparto se basa en un fondo común al que aportan todos los trabajadores activos para financiar a los jubilados, este tipo de jubilaciones, obviamente, acrecienta el forado fiscal. Con la reforma de pensiones se busca ahorrar más de US$ 300,000 millones de dólares anuales. 

La administración Bolsonaro enfrenta el mismo dilema que debió resolver Mauricio Macri apenas llegó al poder: jugar al gradualismo o decidirse a implementar las reformas estructurales que permitan incrementar la productividad y la competitividad de la economía. Macri se decidió por el gradualismo, y hoy la inflación y la deuda se tragan su popularidad y se han convertido en los peores enemigos de su reelección.

¿Logrará Bolsonaro pasar su reforma en el Congreso, en donde carece de una mayoría propia y depende de alianzas? En cualquier caso, la huelga general de los sindicatos brasileños solo apuntaba a bloquear que el Legislativo apruebe la reforma. Veremos.