El presidente electo de los Estados Unidos ha anunciado que El...
A través de la prensa de los Estados Unidos se acaba de conocer que el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, habría autorizado el uso de misiles de largo alcance para objetivos limitados dentro del territorio ruso. La respuesta del Kremlin, en el acto, recordó que un ataque con misiles de largo alcance –más de 350 kilómetros– sería considerado una agresión conjunta de la OTAN y de los Estados Unidos –es decir, de todo el bloque occidental– y, por lo tanto, Rusia estaría autorizada a utilizar armas nucleares.
La noticia de la autorización de Biden a Ucrania de usar misiles, hasta el cierre de esta edición, todavía no había sido confirmada por la Casa Blanca y el Pentágono. Sin embargo, el nivel de tensión planetaria revelaba el terrible manejo del Gobierno de Biden y el Partido Demócrata, muy ligados a la industria militar estadounidense, que trataban el asunto de la guerra de Rusia y Ucrania como si se fuera un mero conflicto regional, no obstante que esta guerra podría convertirse en una verdadera conflagración planetaria por la capacidad nuclear de Rusia, que cuenta con más de 5,000 ojivas nucleares. Y no obstante también las lecciones de la historia universal que, a través de Napoleón y Hitler, desataron conflagraciones con Rusia de repercusiones mundiales.
Antes de continuar vale preguntar lo siguiente: ¿Estados Unidos acaso permitiría que se instalen misiles de largo alcance en Cuba, con capacidad de impactar en Miami y otras ciudades estadounidenses? Es evidente que no. La tensión de los misiles con Cuba en los sesenta casi desata una nueva guerra planetaria en medio de la Guerra Fría y la proliferación de armas nucleares.
Nadie puede negar el autoritarismo y el sistema dictatorial en el Kremlin. Igualmente, nadie puede negar que Rusia invadió Ucrania y desencadenó esta guerra que se prolonga en el tiempo. Todo eso es innegable. Pero que la paz y sobrevivencia de todo el mundo se ponga en las manos del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, revela la incapacidad de los demócratas para manejar la geopolítica mundial, el militarismo y la influencia de la industria militar en la política internacional de Biden.
Felizmente la elección de Donald Trump, más allá de las narrativas progresistas y más allá de algunos arrestos proteccionistas en el comercio internacional, aleja las posibilidades de una nueva tensión mundial en medio de la proliferación de armas nucleares. Donald Trump y el Partido Republicano han entendido que se viene una nueva Guerra Fría en el mundo, con las disputas del modelo occidental y el modelo del capitalismo de Estado en China. E igualmente han entendido que esa disputa no se resolverá en el terreno militar, tal como sucedió en las dos guerras mundiales del siglo pasado, porque cualquier escenario de una guerra mundial simplemente acabaría con todas las civilizaciones contemporáneas.
En ese sentido, la administración Trump se ha propuesto relanzar el capitalismo y la IV Revolución Industrial convirtiendo al territorio estadounidense en el centro de ese proceso, tal como se desarrolló la historia del capitalismo en el siglo XX. Cualquier conato de guerra planetaria o focalización en los conflictos permitirá engordar a la industria militar, pero,inevitablemente acentuará el declive de la economía estadounidense y, entonces, el mundo se organizará de manera distinta con nuevos imperios.
En ese sentido, la administración republicana se ha propuesto desburocratizar el Estado Federal, desmontando las burocracias y regulaciones que el progresismo ha levantado en las últimas décadas e, igualmente, se ha propuesto reducir impuestos para devolver recursos a la sociedad y la iniciativa privada. La gran interrogante del proyecto de Trump sigue siendo el asunto de los aranceles que el nuevo mandatario pretende utilizar como estrategia de sanciones contra una globalización ideológica –luego de la caída del Muro de Berlín– que ha sido utilizada para sancionar y sobrerregular a las economías occidentales
En cualquier caso, las preguntas sobre el libre comercio están planteadas. Antes de la primera administración de Trump el comercio con los Estados Unidos representaba US$ 12,000 millones para el Perú, y no obstante las amenazas de elevar aranceles, se mantuvo el TLC con nuestro país. Hoy el comercio con la gran nación del norte suma más de US$ 16,000 millones.
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