¿Y las propuestas para seguir creciendo?

Candidatos no abordan el tema de la inversión privada

El fujimorismo y el pepekausismo han comenzado a intercambiar algunos pullazos alrededor de los temas económicos. Mientras el movimiento de PPK propone rebajar el IGV para impulsar la formalización de la economía, el fujimorismo ha comenzado a hablar de cancelar la rebaja del impuesto a la renta. El debate que comienza a organizarse entre los dos actores del balotaje está vinculado a los asuntos de la macroeconomía. La subida de la inflación el 2015 por encima del 4% y el aumento del déficit fiscal ameritan profundizar y aclarar las propuestas.

Sin embargo, la desaceleración y la experiencia de los últimos años nos demuestran que la mejor macroeconomía no es suficiente para recuperar tasas altas de crecimiento que nos permitan seguir reduciendo pobreza. No se retomará un crecimiento sostenido si no se retoma el ritmo de la inversión privada que, en la última década, crecía en dos dígitos y representa el 80% de la inversión total en el país. ¿Cómo entonces se recupera al motor principal y combustible básico del crecimiento? Es la interrogante que deberían absolver Keiko Fujimori y PPK.

El ninguneo del crecimiento es una tremenda irresponsabilidad. Crecimiento y pobreza, se puede decir, son las dos caras de una misma moneda. Según el Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (IEDP) de la Cámara de Comercio de Lima, en el Perú 270,000 personas al año se incorporan a la población económicamente activa y el 74% del empleo es informal. Es decir, alrededor de 11.5 millones de trabajadores carecen de derechos en un país de 30 millones de habitantes. Suena a locura.

Considerando que en la reducción de pobreza del 60% de la población a solo 21% en la última década, el 80% se explica por el crecimiento económico. En el IEDP se sostiene que se necesita crecer por encima del 3.5% para absorber la demanda laboral, reducir la informalidad y evitar que la pobreza vuelva a aumentar. En la hipótesis de crecer a solo 3% anual, por ejemplo, en el 2021 la pobreza actual aumentaría a 24.8% de la población. Un retroceso histórico. Ante la posibilidad de crecer a 5% la pobreza en el Bicentenario bajaría a 15.4%.

La relación entre crecimiento y reducción de pobreza es incuestionable. Por ejemplo, llama la atención que ninguno de los candidatos se pronuncie sobre la inversión minera paralizada en el Perú. Keiko Fujimori defiende el derecho de la minería informal a formalizarse, pero se abstiene de pronunciarse sobre los grandes proyectos paralizados por la acción del radicalismo. De lejos se nota un evidente ninguneo al crecimiento.

No se puede crecer más si no organizamos un Estado diferente. Por ejemplo, AFIN ha calculado que el déficit de infraestructuras bordea los 120,000 millones de dólares. ¿Cómo se puede reactivar y diversificar el emprendimiento privado si no hay carreteras, energía, conectividad digital e, incluso, pistas de aterrizaje suficientes para los aviones? El problema de la sobrerregulaciones y la debilidad de las instituciones es tan alarmante —ejemplos claros del colapso estatal— que en los reportes de competitividad global del Foro Económico Mundial el Perú ha retrocedido 25 puestos desde el 2011. Si a este panorama le agregamos el hecho de que 11.5 millones de trabajadores carecen de derechos por la vigencia de una de las leyes laborales más costosa y sobrerreguladas del planeta, el panorama se vuelve desolador.

Cualquiera sea el indicador (educación y salud) vinculado al Estado, revela el derrumbe estatal; no obstante que la macroeconomía ha sido buena en los últimos años. El Estado no nace solo para la macroeconomía, sino para representar y resolver los problemas de toda la sociedad. La caída de los commodities y la desaceleración internacional nos indican que no habrá crecimiento a tasas altas si no emprendemos las importantes reformas pendientes.