El mejor regalo, el mejor homenaje, para los trabajadores el 1...
La noticia de que el 9 de febrero pasado se realizó en Cajamarca el XII Congreso de la Federación Regional de Rondas Campesinas, Urbanas e Indígenas, en el que participaron alrededor de un millar de delegados, debería ser motivo de preocupación para el Ejecutivo, el próximo Congreso que se instalará en marzo y las élites políticas en general. El motivo: en el evento de los ronderos se acordó que “no se permitirá más extracciones mineras en las cabeceras de cuenca”.
¿Qué puede significar un acuerdo de este tipo? Que la mayoría de las minas de cobre del Perú no podrán ser explotadas porque están emplazadas sobre los 3,000 metros sobre el nivel de mar (m.s.n.m.), zonas que, de acuerdo a una ley aprobada en el Legislativo pasado, deben ser consideradas “una cabecera de cuenca”. El marxismo antiminero suele señalar que en las llamadas cabeceras de cuenca, se genera todo el sistema hidrográfico que abastece al consumo humano del agua, la agricultura y la ganadería. Según las leyendas del radicalismo antiminero el desarrollo de las minas en cabecera de cuenta contamina el agua, ignorando que las corrientes líquidas de las alturas están impregnadas de diversos minerales por la propia actividad volcánica de las cordilleras.
Si se trata de recolectar agua para el consumo humano, la agricultura y la ganadería, entonces el Estado debería construir represas y reservorios para cosechar el agua de lluvia y canalizarla para el consumo humano y agropecuario. Así lo han hecho las sociedades que han alcanzado el desarrollo y han resuelto el problema del agua.
El acuerdo del congreso de las rondas, pues, en contra de la minería en las llamadas cabeceras de cuenca es un pretexto para seguir bloqueando las inversiones en el Cinturón de Cobre del Norte (Conga, La Granja, Galeno, Michiquillay, entre otros) que, de acuerdo a diversas investigaciones, podría producir cerca de 1.5 millones de toneladas de cobre y que convertiría a Cajamarca en una de las regiones más prósperas (hoy está entre las más pobres) y en una de las locomotoras del desarrollo de todo el norte del Perú.
El señalado acuerdo de los ronderos debería ser motivo de preocupación de las autoridades del Estado. Pero eso no es todo. En la reunión de ronderos se aprobó que el próximo 19 de febrero desarrollarán un paro preventivo en las provincias de Santa Cruz y San Miguel contra la empresa minera La Zanja. En palabras del presidente Ydelso Hernández, “la resistencia y la lucha van a estar vigentes, por acuerdo de las trece provincias, vamos a seguir trabajando por el bien de nuestra nación y el país”.
Al respecto vale recordar que La Zanja es una empresa subsidiaria de Buenaventura que produce oro a tajo abierto, entre otras actividades. La mina está ubicada en el distrito de Pulán, provincia de Santa Cruz. Aunque los principales dirigentes no indicaron los motivos exactos para la organización de un “paro preventivo” en contra de La Zanja, se suele argumentar que esta operación se encuentra en “cabecera de cuenca” porque se ubica a más de 3,000 m.s.n.m.
Sin embargo, el verdadero motivo de la protesta de los ronderos –que participaron en el bloqueo de Conga y las minas del norte– es porque quieren ganar espacios políticos con miras a las elecciones generales del 2021. Hoy en el movimiento ronderil en Cajamarca se ha abierto una grieta entre los dirigentes que apoyan a Gregorio Santos y la influencia de Antauro Humala. El mismo Ydelso Hernández ha sido candidato por el partido de Gregorio Santos.
En cualquier caso, las rondas de Cajamarca se autoproclaman una especie de poder constituido que pretende actuar al margen de la Constitución, la ley, los jueces y de la Policía Nacional. ¿Hasta cuándo el Estado no restablecerá el orden constitucional en esa zona?
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