¿Por qué la mayoría de las bancadas legislativas ...
La designación de Alejandro Narváez como presidente del directorio de Petroperú y de un nuevo directorio desató una crisis en la petrolera –tal como registraron los medios– que se expresó en la renuncia de dos directores Carlos Alberto Lezameta y Robert James Mc Donald. El motivo: de una u otra manera se consideraba que el nombramiento de Narváez representaba la corriente estatista en Petroperú y, según diversas informaciones, vinculado a los sectores de Vladimir Cerrón.
Como se sabe Narváez ya ha ocupado el cargo de presidente del directorio de la petrolera estatal y siempre se ha pronunciado en contra de la reestructuración de Petroperú y de la contratación de un gestor internacional para la petrolera estatal. ¿Qué significan todos estos hechos? Que en medio de la quiebra de la empresa estatal y los millonarios rescates del fisco para la entidad petrolera –que comienzan a erosionar la situación fiscal del país– es evidente que no hay salida, no hay alternativa, para el desastre de Petroperú.
Cuando se habla de quiebra, desastre empresarial y amenaza a la estabilidad fiscal con respecto a Petroperú nadie está exagerando. Según la Bolsa de Valores de Lima, desde el 1 de enero del 2023 hasta el 30 de setiembre del 2024 –la administración de Dina Boluarte–, las pérdidas de la petrolera estatal acumulan US$ 1,089 millones. Sin embargo, el mayor problema tiene que ver con la deuda que Petroperú ha contraído por la Nueva Refinería de Talara, que suma más de US$ 8,470 millones. Una cantidad gigantesca e inmanejable para cualquier economía de ingreso medio.
Para entender el problema que Petroperú está causando al futuro de los peruanos vale señalar que, en cuanto a préstamos, garantías, créditos y aumentos de capital, el Estado ya ha otorgado a Petroperú más de US$ 5,117 millones desde el 2017 hasta la actualidad.
En este contexto todo asemeja a un callejón sin salida. Por ejemplo, si se decreta la insolvencia, la quiebra, la liquidación y posterior privatización de Petroperú, en el acto, el Estado tendría que asumir las obligaciones con los bonistas de Nueva York y un crédito sindicado con el Deutsche Bank en Europa. Si las cosas son así, entonces, la reorganización y saneamiento podría aparecer como menos lesivo para el fisco nacional. Sin embargo, luego de hacer números y sumar US$ 5,117 millones en rescates del fisco a Petroperú en los últimos siete años, la idea de la quiebra y la liquidación también es una posibilidad, porque si el Estado asume la deuda se podría evitar que el desangramiento continúe en los próximos años.
Vale señalar que los responsables políticos en el desmanejo de la petrolera estatal son los sectores de Economía y Finanzas y de Energía y Minas, ministerios que representan al Estado y nombran a los directores de la petrolera estatal. En este contexto, el nombramiento de Narváez por sus posiciones estatistas echa más sombras al futuro de la economía nacional.
No hay sobrerreacciones ni exageraciones en el tema. El Perú avanza a incumplir por dos años consecutivos las metas fiscales. Para el 2024 el Ejecutivo aumentó la trayectoria del déficit fiscal de 2% a 2.8% del PBI, sin embargo, hasta julio se acumulaba un forado de 4% del PBI. En ese escenario el BCR pronosticó que el déficit de este año sumaría 3.3% del PBI.
El país que antes de la pandemia y del gobierno destructivo de Pedro Castillo mantenía un déficit de 1% del PBI, un verdadero ejemplo para el mundo hoy no puede recuperar el manejo de esta variable. Es evidente que otras medidas del Ejecutivo y del Legislativo echan leña y combustible al problema del déficit; no obstante, los rescates millonarios de Petroperú comienzan a convertirse en una de las causas principales del descontrol del déficit en la economía nacional.
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