La derogatoria de la Ley 27360, Ley de Promoción Agrari...
Al margen de adhesiones y rechazos es incuestionable que, pese a las pocas semanas de gobierno de Donald Trump, la geopolítica del mundo, las relaciones entre las grandes potencias y la situación comercial del planeta se han modificado radicalmente. Los aranceles del 25% que impuso Estados Unidos a las importaciones de Canadá y México, si continúan, significarán un verdadero cataclismo económico para la economía de esas sociedades del norte.
El presidente Trump informó que luego de hablar con la presidente Claudia Sheinbaum se postergaba el incremento de aranceles para México y Canadá hasta los primeros días de abril . Se volvía a repetir el libreto de unas semanas atrás .
Algunos economistas pronostican que, si se subieran los aranceles de manera permanente, considerando que casi el 80% de exportaciones canadienses y mexicanas se destinan a los Estados Unidos, ambas economías podrían caer entre el 20% y 30% del PBI. Sin embargo, en los Estados Unidos los precios de los alimentos y la energía subirán automáticamente, generando una evidente presión inflacionaria. Considerando las cosas desde este criterio y que los anuncios de nuevos aranceles son más punitivos que comerciales es probable que Estados Unidos, México y Canadá restablezcan la normalidad de sus relaciones comerciales sobre la base de un acuerdo de seguridad para cerrar las tres fronteras y el ingreso del fentanilo a las ciudades de Estados Unidos. Ojalá todo avance en ese sentido.
En este tenso escenario mundial –al que habría que agregar el 10% de aranceles que ha impuesto los Estados Unidos a China–, el Perú debe manejarse con autonomía y un sentido pragmático para aprovechar lo mejor de las inversiones mundiales. Por lo pronto, la inversión china en el megapuerto de Chancay no tendría por qué afectar las relaciones con los Estados Unidos porque –tal como lo ha sostenido el economista Elmer Cuba en este portal– sus ventajas competitivas no están en las exportaciones a la gran nación del norte, sino en la conexión de las costas del Pacífico con las del Atlántico para exportar al eje Asia-Pacífico.
Por otro lado, las relaciones comerciales con los Estados Unidos no han generado ningún déficit con la potencia del norte, motivo por el cual el Tratado de Libre Comercio Perú - Estados Unidos no debería sufrir ningún contratiempo, y los nuevos aranceles anunciados en abril no deberían afectar las agroexportaciones peruanas a los Estados Unidos.
Planteadas las cosas así, sin olvidar que el Perú pertenece al gran eje cultural de Occidente, sin olvidar nuestra naturaleza de república, de sociedad abierta que se propone controlar los excesos del poder, se debe apostar por la autonomía y el pragmatismo. Por ejemplo, el Perú ya ha comenzado a renovar sus fuerzas armadas con tecnología occidental: los acuerdos militares con Corea del Sur para modernizar el Ejército y La Marina, y la compra de los nuevos 24 cazas (entre los Rafale franceses y Gripen suecos).
Sin embargo, la clave de nuestra nueva posición en el mundo serán las reformas que implementemos y que posibilitarán nuestra conversión en un Hong Kong continental. El Perú necesita con urgencia una reforma tributaria para bajar y simplificar el cobro de los impuestos, que hoy demandan sistemas contables complejos y burocracia. Igualmente, el país necesita una reforma laboral agresiva que establezca la flexibilidad laboral en los contratos de trabajo, a semejanza de los países desarrollados que han alcanzado el pleno empleo. En este escenario debe desarrollarse un shock anti regulatorio que acabe con el Estado burocrático y la proliferación de ministerios, oficinas y burocracia innecesarias.
Asimismo, el Perú está en la ineludible responsabilidad de desarrollar la más audaz reforma educativa y las más completa reforma del sistema de salud para tener la infraestructura institucional y social capaz de crear una fuerza laboral solvente, capaz de innovar y competir en los mercados globales del planeta, hoy dominados por las tendencias de la IV Revolución Industrial. De la misma manera, la solución de los déficits acumulados en las infraestructuras nacionales debe ser enfrentada con agresividad a través de las asociaciones público-privadas y del sistema de obras por impuestos.
Una posición autónoma, pragmática, sin olvidar nuestra pertenencia al Occidente moreno, permitirá al Perú sacar lo mejor del nuevo orden geopolítico mundial que se instala con la llegada de Trump al poder y la posible continuidad de los republicanos en la gran nación del norte en los dos siguientes periodos constitucionales.
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