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Crítica elogiosa a nuevos poetas peruanos
Domus (Moisés Azaña)
Mientras realizaba estudios de Filosofía en la Universidad de San Marcos, Moisés Azaña Ortega se hizo conocido como poeta al ganar dos importantes concursos: Premio de Poesía en los Juegos Florales 2013 y el Premio Nacional de Poesía Javier Heraud (2014). Y aunque ha publicado textos en diversas revistas, su verdadero debut literario es el poemario Domus (Agalma, 2015), un libro centrado en la “casa” (la palabra latina “domus” designaba a las viviendas de familias acomodadas) como núcleo familiar, y en el que Azaña despliega una poesía reflexiva que apela, para subvertirlo, al imaginario que la tradición literaria ha desarrollado sobre este tópico.
Domus está dividido en siete “escenas” que nos remiten a las etapas de la evolución de una casa. La primera escena, por ejemplo, trata sobre los materiales de la casa: “las hay de estera / de madera / de barro/ de amnesia”. Poco a poco los versos pasan al tema de la soledad (el título de esta primera escena es “Inventario de las soledades”). Algo similar sucede con otras escenas, cada una compuesta por dos poemas y con títulos como “Galería del dios cansado” y “Descanso eterno”. “Domus nos devuelve las imágenes más entrañables del núcleo familiar, las batallas y utopías que pueblan una casa común que sobrevive al desamor y el olvido”, nos explica el poeta Hildebrando Pérez en la nota de presentación del poemario. Nosotros agregaríamos que esas imágenes “de hogar” son también un pretexto para revisar algunos de los grandes temas de la poesía.
Trendelemburg (Eduardo Borjas)
Profesor universitario y especialista en temas de educación, Eduardo Borjas también se hizo conocido ganando diversos concursos literarios: I Concurso de Poesía Hora Zero (2008), XV Juegos Florales de la Universidad Ricardo Palma (2011) y el III Concurso Nacional de Poesía de la Feria del Libro de Huancayo (2013). Su primer libro es Trendelemburg (Vagón Azul, 2015), un extenso poemario, imaginativo y verbalmente arrollador, que se inscribe dentro de la tradición lírica urbana y coloquial iniciada en nuestro país por el grupo Hora Zero.
Puede pensarse que en esta línea poética ya está todo dicho, pero Trendelemburg nos sorprende gratamente por la frescura de sus textos y su particular visión de la vida en las calles limeñas, tamizada por la subjetividad del autor. El libro está dividido en tres secciones que parecen responder a la tesis, antítesis y síntesis de la relación entre esa subjetividad y la propia ciudad: “Ritual de los espasmos”, “El paisaje desnudo” y “Epílogo de la danza”. No obstante, todos los poemas (sin signos de puntuación y muchas veces sin versos) están fuertemente relacionados con la acelerada y violenta vida en una ciudad como la Lima de hoy.
Este libro ha sido elogiosamente recibido por la crítica y por los propios poetas. Pablo Salazar Calderón ha destacado “Las imágenes deslumbrantes, sostenidas en un ritmo definido de manera magistral, y la musicalidad de los textos”; mientras que para Miguel Ildefonso “Trendelemburg es poesía de alto vuelo. Aquí hay una urbe psicodélica, un despliegue de imágenes apocalípticas que nos habla de la muerte, el amor, la enfermedad, la memoria y la deshumanización”.
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