Guillermo Vidalón

Valor agregado de la minería

Para acabar con la pobreza en las zonas altoandinas

Valor agregado de la minería
Guillermo Vidalón
06 de febrero del 2019

 

Durante muchos años, un sector del pensamiento económico local calificó a la minería como “economía de enclave”, porque no se integraba al mercado local. En la actualidad, esa descripción de la economía que genera la actividad minera ha sido desvirtuada. A diferencia de lo que sucede hoy, en el pasado la actividad minera, por su escasa dimensión en términos comparativos, no justificaba el emprendimiento de procesos manufactureros que soporten el desarrollo de la actividad y, en consecuencia, se importaban insumos y equipos mineros.

En cambio, con la apertura económica de los años noventa, sumada a la pacificación del país y el reordenamiento de las finanzas públicas, el potencial geológico del Perú atrajo a las principales operadoras mineras del mundo, que empezaron a desarrollar varios proyectos mineros.

La expansión minera fue tan significativa que generó una masa crítica que justificó el emprendimiento de una manufactura local, la cual se fue especializando hasta competir exitosamente con el producto importado. Además, de significar un ahorro para el comprador local, porque en adelante ya no tendría que asumir el costo del flete ni del internamiento del bien requerido. Mientras que antes, la demanda de insumos mineros era satisfecha mediante la importación.

Los criterios de valoración de la actividad minera deben partir desde la ubicación de un área geográfica con potencial económico relevante hasta su puesta en operación. Analicemos el caso del cobre: la transformación de un recurso natural con una ley promedio de 0.4% de mineral para procesarlo y transformarlo en concentrado, implica en sí mismo añadirle valor agregado porque —en adelante— la ley del mineral concentrado será de 25% o 27%, lo que representa un mayor varias veces superior. Si a ello se le añade un proceso manufacturero, como el de fundición y refinación, o directamente la refinación (como en el caso del proceso de lixiviación), el salto es a 99.99% de pureza o más.

El valor agregado de la minería viene como soporte de la actividad principal, pero también como producto final minero, concentrado o cátodo, según sea el caso. No obstante, cuando un sector de la opinión pública indaga por el valor agregado de la minería se está refiriendo a que se obtenga un producto final con la producción minera del país. El Perú es el segundo productor mundial de este metal, y en los próximos cinco años su volumen de producción alcanzará los tres millones de toneladas métricas al año, en tanto que la demanda de cobre al 2018 se estimaba en 25 millones (sin considerar la fundición de chatarra). Es decir, el Perú aporta aproximadamente el 8% de la producción mundial.

Si siguiésemos la estrategia de quienes plantean transformar todo nuestro metal para convertirlo en un producto final, deberíamos prepararnos para que nuestra Población Económicamente Activa (PEA), conformada por 19.3 millones de personas, atienda la demanda de 600 millones de consumidores (se estima que la población mundial al 2018 ascendió a 7,500 millones de personas). Además, se supone que previamente hemos instalado industrias capaces de producir mejores productos y más competitivos, como para que 600 millones de consumidores decidan dejar de lado a otros productores experimentados en bienes finales y adquieran los nuestros.

¿Hacia dónde debemos orientar nuestra generación de valor agregado? Hacia lo sostenible. Tenemos 28 de los 32 climas existentes en el mundo, y esta diversidad climatológica permite que contemos con una gran variedad de productos que solo se producen en nuestro país, lo que los hace exclusivos. Con la tributación minera debemos desarrollar infraestructura hídrica y de comunicaciones, física y virtual, que apuntale el desarrollo agro-ganadero, la industria forestal y la acuicultura.

¿Queremos acabar con la pobreza en las zonas rurales altoandinas? Hay que hacer un trabajo de selección genética de los camélidos sudamericanos (vicuñas y alpacas) para obtener fibra larga y de la micra adecuada, producir hilados de alto valor y, por consiguiente, confeccionar prendas orientadas al consumidor de alto nivel económico.

Los andes deben ser visto como centros de trabajo minero, ganadero, de generación eléctrica (incluyendo la geotermia, en el entorno de los volcanes), de construcción de represas para garantizar la disponibilidad de agua. Hay que repensar la ocupación espacial del territorio, hay áreas propicias para el trabajo, otras para el estudio y otras para residencia.

La participación de la minería en la economía nacional es tan relevante que tiene que ser analizada en conjunto y vista como una oportunidad para el conjunto de peruanos, por eso hay que lograr respaldo social hacia ella. Esto solo será posible dándola a conocer al mayor número de peruanos.

 

Guillermo Vidalón
06 de febrero del 2019

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