Hugo Neira

Un libro sobre mandatarios del Perú

¿Estamos seguros de que conocemos la historia del Perú?

Un libro sobre mandatarios del Perú
Hugo Neira
14 de febrero del 2021


I

El jueves pasado, la Municipalidad Metropolitana de Lima reunió a los autores de un libro que se titula Presidentes y Gobernantes del Perú Republicano. Lo presentarán pronto. Ese jueves hubo un encuentro obviamente virtual. Nos reunió Juan Pablo de la Guerra de Urioste, Asesor de la Municipalidad que ha dirigido el equipo colaborador que se puso en contacto con cada uno de nosotros. En el prólogo y en la introducción, el señor Alcalde, Jorge Muñoz, y el organizador Juan Pablo, declaran que su intención era producir esa obra para celebrar este 28 de julio con una conmemoración de los 200 años de vida republicana. Y lo han logrado. Ahora bien, son por lo menos unos 70 personajes, desde José de San Martín y Matorras y Francisco Javier de Luna Pizarro, «un fiero republicano», hasta Pedro Pablo Kuczynski. El libro contiene 70 biografías. Y es larga la lista de obreros intelectuales que lo han hecho, entre los cuales me encuentro yo. Para mí, lo veo como un honor.

Esta obra de la Municipalidad tiene un toque original y particular, diría, su primera virtud. Se ocupa de los que se llaman «gobernantes». Es decir, aquellos que fueron transitorios, provisorios. Por lo general, se les deja de lado. De los gobernantes, un ejemplo, Andrés Reyes Buitrón, quien era presidente del Senado y que, en la situación de las pugnas de Gamarra y de la Fuente —típicas de los caudillos—, asume interinamente el Poder Ejecutivo de junio a diciembre de 1831. Como se comprenderá, ocuparse de Piérola o de Leguía, es más cómodo por su extensa bibliografía. En la obra que comento hay varios gobernantes, y puedo imaginar el esfuerzo de investigación para encontrar sus huellas, pero lo han conseguido. Por lo demás, no nos debe sorprender, en nuestro tiempo, Valentín Paniagua Corazao, que asumió la presidencia del Congreso en un momento muy difícil —fuga de Alberto Fujimori— y condujo el país a las elecciones democráticas del 2001. En suma, esta idea de tomar en cuenta no solo los presidentes sino también los gobernantes, permite ver los momentos críticos. Una idea que no tuvo ni el propio Jorge Basadre, dicho esto con todo mi respeto para el gran historiador de la vida republicana peruana. Esta visión integral no es su única virtud. 

La segunda virtud la aprecié cuando tuve el libro en las manos, me lo hicieron llegar unos días antes. Y lo que voy a decir después de su lectura, viene de mi absoluta sinceridad. He leído uno por uno los trabajos de esa obra. Y puedo decir que los editores han tenido la lucidez de reunir autores capaces de una descripción que haga conocer «el legado» de dos siglos. En mi lectura he comprendido las experiencias históricas individuales tanto de presidentes como de gobernantes. En breves páginas, lo cual es magistral, desfila la vida, las ideas y circunstancias, y la razón de sus acciones. No es este un «álbum de héroes» aunque los hay. Ni una historia imaginaria, como suele ocurrir. Es memoria de cada personaje y se nota la voluntad de un culto a lo verdadero. Una actitud, sin la cual no hay historia posible, ni nación, que casi estaba perdida. 

La tercera virtud es el diseño de la portada del libro y su diagramación, obra de Alfredo Puccini, que tuvimos el gusto de conocerlo en esa reunión virtual. Es un libro hermoso. No solo bien construido sino que se ha acudido a la acuarela para los rostros de los presidentes y gobernantes. Pintor, Javier Rodríguez Canales nos hizo saber que se inspiraba en Pancho Fierro. Pintor, mulato, criollo, sacerdote, sus acuarelas —más de mil— nos hacen ver las costumbres corrientes de ese Perú todavía colonial, y los colores, tan originales.

La cuarta virtud, han editado 5 mil ejemplares. Pero no será un libro comercial. De este proyecto irán a otros proyectos. Probablemente una segunda edición, que puede llegar al público. Y acaso en lo virtual, pero también en papel. A los que hemos aportado con nuestro trabajo, 10 ejemplares con las breves biografías (y por breves, más exigentes). A mí los organizadores me pidieron ocuparme de la vida de Alan García. Es lo que hice (pp. 384-388). Lo agradezco, nunca fui aprista, pero tampoco antiaprista. Los antis y los odios no son parte de mi conducta de ciudadano y menos cuando escribo y razono. Con Alan, nos unía muchas cosas, estudió en Francia con profesores que también fueron los míos y finalmente, tuvimos los mismos sueños de nuestra generación. 

En fin, en ese encuentro nos agradecieron pero, en realidad, somos nosotros los que felicitamos y agradecemos. Mi entusiasmo por ese libro es que he encontrado, a mi vuelta de Europa, diversos cambios positivos pero a la vez, una cultura peruana empobrecida. Peor que la pandemia es la ignorancia. Ella comienza en las aulas mismas. En general los países del mundo forman cerebros, espíritus, hacia el saber y el conocimiento, y en las aulas, dan lecciones para ser ciudadanos. Pero el caso del Perú, que ya lleva 30 años, es lo contrario. ¿Cómo es posible que se quiera tener un país desarrollado si en las escuelas se ha eliminado las humanidades y de paso, la historia del Perú? Pero este libro es un retorno a la sensatez. Las vacunas van a salvarnos, pero la ausencia de conciencia y la agresiva ignorancia es nuestra enfermedad más grave, de ahí provienen nuestros defectos peores. Seamos claros, se cura una sociedad de una enfermedad con vacunas. Para males espirituales se curan con libros. «Esa cosa que los escolares no conocen», dijo esta tarde uno de los autores, joven y profesor de secundaria. Pues ahí tienen algo que puede ser un retorno a la razón.


II- Y nosotras, ¿qué?

Supongo, sin embargo, que la corriente feminista, a la que saludo con todo respeto, se preguntarán: Y nosotras, ¿qué? Sí, pues, es cierto que todavía no ha ocurrido que una mujer sea presidente de la República del Perú. Pero eso no significa que no hubo en el siglo XIX y el XX mujeres valerosas e intrépidas. Hubo una Francisca Zubiaga, la Mariscala, esposa de Agustín Gamarra. Y si queremos profundizar, esa mujer excepcional llamada Micaela Bastidas Pumacahua, descendiente de africanos cubanos, mulata, bella, «tez bronceada, cabello ondulado», esposa de un descendiente de la nobleza inca, José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru II). Ella, la primera consejera del rebelde, un 4 de noviembre de 1780, puso el primer grito de libertad. Pero nada de esto, sin dejar de ser cierto, me parece poco para lo que ha sido la larga marcha de las hijas de Eva en nuestra historia. 

Cierto, tenemos una universidad Micaela Bastidas, pero el rol de las mujeres se nos ha quedado estancado en dos circunstancias. La primera, las guerras de la Independencia. Y la otra, la explosión de un feminismo liberal en el Perú decimonónico. Tanto como la rebelión de pensamiento de Manuel González Prada, las escritoras de 1870 hacia adelante. Las conocemos: Clorinda Matto de Turner, Mercedes Cabello de Carbonera. No están solas, Teresa González de Fanning, provinciana, venida de Áncash, o Carolina Freyre, de Tacna. Tenemos que reconocer que juega un rol importante Juana Manuela Gorriti, argentina, entre 1876 y 1877, se instala en Lima y sus veladas literarias influyen en las peruanas. No era, pues, un asunto nacional sino una modernización, un salto hacia adelante. Miremos un instante el título de las obras de Mercedes Cabello, La emancipación de la mujer (1884). Y La religión de la humanidad (1893). Todo está dicho.

Pero, ¿eso es todo? No es posible ocuparse solo de las heroínas de la Independencia o los escritoras del fin de siglo XIX como si no hubiera habido un cambio social, que convierte a mujeres activas en la vida política, tras su influencia en sus esposos.* No olvidar que la mujer en el Perú solo tuvo derecho al voto en 1956. Pero en los decenios anteriores, ¿solo rezaron, educaron a los hijos sin salirse de las costumbres, ser «el ángel del hogar»? ¿Y en Lima y las tapadas?

¿Podemos imaginar la difícil vida de José Carlos Mariátegui sin sus viajes y el haber desposado a Anna Chiappe, que se ocupó de los cuatro hijos pero también de la conservación de los archivos de Mariátegui, y de la Librería Minerva? ¿No dijo Mariátegui —aunque no fuera dado a la poesía— «la vida que me diste»? Y acaso en el aprismo en sus inicios, ¿no estuvo una mujer excepcional llamada Magda Portal? ¿Y no hubo una Hilda Gadea? No era una simpatizante sino, y por primera vez, una mujer en el Comité Ejecutivo Nacional del APRA. Y esto, en los terribles años, 1948. Y exilada, conoce a un joven argentino, que andaba por Guatemala y México un tal Ernesto Guevara. Fue la primera esposa del Che, luego hubo otra. 

Alguien me dirá, las mujeres de carácter están en los subversivos. ¿Solo en ellos? Las mujeres peruanas en la vida política están en todas las capas sociales. No podemos dejar de lado a Violeta Correa, la secretaria privada de Fernando Belaunde en los años 50, ella además en el partido Acción Popular como dirigente de Juventudes. Se casaron en el exilio, en 1970. ¿Y qué me dicen de la esposa de Juan Velasco Alvarado, Primera Dama, Consuelo Gonzales Posada? Y del presidente Odría, puesto que su esposa, María Delgado Romero, como me lo han contado gente de esa época, era muy popular. ¿Y qué hacemos con el rol de Eliane Karp al lado de Toledo? ¿Y de Pilar Nores, la esposa de Alan, y sus trabajos en las comunidades andinas —entre otras actividades— su labor con Sembrando, introduciendo tecnología en la vida campesina? Yo he visto una aldea cercana al Cusco, a la que moderniza cambiando las cocinas rurales.

¿Estamos seguros que conocemos la historia del Perú y también de las hijas de Eva? Están muy seguros, acaso en exceso. A ver ¿quién fue Tocto Chimbu, princesa incaica en plena conquista española, hija de Huayna Capac y una de las mujeres de Atahualpa? ¡La regalaron al conquistador Hernando de Soto! ¿Quién hizo eso? Túpac Huallpa que era un inca independiente. Se hizo cristiana y se llamó Leonor. Tuvo hijas mestizas. ¡Vaya usted a buscar filiaciones y parentescos! 

* Yo creo en la igualdad del hombre y la mujer. No me confundan, describo un hecho real. Por lo demás, si la Municipalidad construye un libro sobre la historia de la mujer en el Perú, eso será un arcoiris, de las santas a la poesía de Blanca Varela y las mujeres políticas, incluyendo demócratas y las de Sendero Luminoso. ¡Vaya obra! Hasta el lunes siguiente.

Hugo Neira
14 de febrero del 2021

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