Giovanna Priale

Un doloroso llamado a la acción

El regreso de miles de peruanos a sus tierras de origen

Un doloroso llamado a la acción
Giovanna Priale
23 de abril del 2020


Como migrante que soy, recuerdo con claridad lo difícil que fue para mis papás empezar de nuevo la vida en Lima, con dos hijas menores de edad. Muchos vienen sin nada más que las ganas de trabajar porque priorizan las oportunidades de educación y trabajo que la gran capital puede brindarnos a la segunda generación de las familias migrantes.

El Perú es un país multicultural y multirracial en el que coexisten las culturas criolla, quechua y mestiza, como expresiones de su rica diversidad. Estas culturas están asociadas en su origen a las poblaciones de origen español-europeo e indígena. Por siglos se han venido entremezclando, de forma acelerada con el proceso de urbanización, dando lugar a una cultura y a una población mestiza mayoritarias (Ludwig, H. y Lamas, L. 2017) . 

Dado que el crecimiento económico y el desarrollo no han sido parejos, existe una marcada diferencia entre los propios migrantes: el grupo de peruanos con mayor capacidad adquisitiva, que invierte en su desarrollo personal, aspira a una mejor calidad de vida y le gusta la modernidad; y el grupo de los de menores ingresos y con empleos de menor productividad, que son, en promedio, quienes menos ahorran y cuentan con redes sociales básicamente tradicionales (la familia extendida o los coterráneos) y de menores ingresos, para enfrentar impactos como la muerte del jefe de hogar o el robo de algún activo fijo significativo (Ferrari, C. 2019).

Así, mientras el primer grupo investiga, usa las redes sociales modernas (las que se canalizan a través de internet) y se informa antes de tomar una decisión que considera importante, el segundo grupo vive día a día y toma decisiones sin mucha planificación (Arellano, R. 2017). De esta manera, el primer grupo conformaría la nueva clase media peruana, que en opinión de Lange y Meier, “es el fruto de políticas económicas que celebran la propiedad privada, el emprendimiento y la responsabilidad del individuo”. (Lange, H; Meier, L, (2009). 

Mientras tanto, el segundo grupo vive aún en condiciones de subsistencia y requiere el soporte del Estado en forma de subsidios para acceder a los servicios de educación, salud e incluso, en algunos casos, alimentación. Este último mecanismo resulta una manera de paliar la incapacidad del Estado para generar una política económica que logre pleno empleo de alta productividad y bien remunerado (Espitia, J., Ferrari, C., et.al. 2018). 

Ver hoy partir a miles de compatriotas a sus ciudades natales significa ver partir a este segundo grupo otra vez sin nada, en la mayoría de los casos, a trabajar en la agricultura de subsistencia, que representa casi la totalidad del trabajo en la sierra y selva de nuestro país. Grande es el reto de acompañar su regreso con el desarrollo de fuentes de empleo e ingresos en sus nuevas zonas de residencia. Eso nos pone a pensar en la urgente necesidad de una descentralización efectiva. 

PS: Esta columna reúne fragmentos mi tesis “Inclusión financiera en el Perú: análisis de los principales determinantes” (2018).

Giovanna Priale
23 de abril del 2020

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