Fernando Cáceres

Tabaco, alcohol y… ¿alimentos?

Tabaco, alcohol y… ¿alimentos?
Fernando Cáceres
30 de julio del 2014

Sobre nuevas regulaciones en mercado de la industria alimentaria

Acaba de vencer el plazo para enviar comentarios al Proyecto de Reglamento de la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable (Reglamento de la LPAS) y, si mi olfato político no me falla, el gobierno estaría publicando esta nueva regulación cuando los niños vuelvan al colegio, en agosto. Ello dado que estas regulaciones pueden perfectamente “venderse” como un mecanismo para proteger a los menores de edad del consumo de aquellos alimentos procesados altos en azúcar, sodio o grasas saturadas; aunque, valgan verdades, se trata de regulaciones que en general buscan proteger a niños, jóvenes y adultos del consumo de este tipo de productos.

Los mecanismos que la LPAS planteó para lograr estos objetivos son esencialmente dos: restricciones a la publicidad dirigida a menores de 16 años e inclusión de advertencias de salud en los empaques de todos los alimentos y bebidas no alcohólicas que contengan concentraciones mayores a determinadas cantidades. Esto último es justamente lo que ha sido definido por el Proyecto de Reglamento de la LPAS bajo el nombre de “parámetros técnicos” y, por tanto, es lo que viene suscitando mayor discusión.

Le llamo a este artículo “Tabaco, alcohol y… ¿alimentos?” precisamente para transmitir al lector que el cambio que trae esta nueva regulación es esencialmente el de asimilar los alimentos y bebidas no alcohólicas “altos en…” al tabaco y al alcohol. La razón es simple: actualmente todos los alimentos ya deben contener en su listado de ingredientes azúcar, grasas y sodio; y si es que los contienen, el cambio es que en adelante adicionalmente deberán contener una advertencia de salud, como las del tabaco y el alcohol. Este será, pues, el nuevo rostro de los alimentos y bebidas procesados “altos en…”.

Estoy de acuerdo en que los alimentos y bebidas no alcohólicas incluyan en su rotulado todos sus ingredientes, para que aquellos consumidores que deseemos tomar decisiones de consumo más informadas podamos elegir, pero incluir advertencias de salud como las de alcohol y tabaco no solo no es proporcional al riesgo que estos productos conllevan para la salud, sino que puede terminar transmitiendo información engañosa al consumidor, el que podría entender que se trata de alimentos que simplemente no debe consumir en lo absoluto dentro de su dieta diaria, lo cual no es verdad.

Ahora bien, esta regulación ya había sido aprobada por la LPAS, de modo que la novedad son los parámetros técnicos establecidos por este Proyecto de Reglamento, los cuales a decir verdad resultan semejantes que aquellos que utiliza, por ejemplo, el Reino Unido (claro que allá se usa un semáforo en los empaques, y no una advertencia sanitaria). Por ello, llama la atención escuchar tanta indignación de parte de los defensores de estas regulaciones, que a decir de La República sería una de las causas del notorio conflicto entre el congresista Jaime Delgado y el Gobierno. Y esta parece ser justamente la causa de que estemos importando este tipo de regulaciones. Para sus promotores ni la más extrema regulación es suficiente, siempre harán falta más restricciones en nombre de una salud que sus medidas extremas no defienden. Y es ese extremismo con el cual no estoy de acuerdo.

Por Fernando Cáceres

Fernando Cáceres
30 de julio del 2014

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