Hugo Neira

Ribeyro resulta, además de escritor, profeta

Habló de “Gobernantes que no gobiernan”

Ribeyro resulta, además de escritor, profeta
Hugo Neira
23 de enero del 2022


Julio Ramón Ribeyro es un gran escritor, acaso el más grande en el género de narrativa de cuentos. Él conocía muy bien la vida de los peruanos, en particular las clases urbanas y populares. Pero tenía, además, otros dones. No lo sabíamos. Hemos elegido uno de sus cuentos que resulta ser un vaticinio, lo que se llama un augurio, un pronóstico, el de un peruano que llega al rango más alto sin que él entienda dónde lo lleva el destino. 

En el cuento, los efectos misteriosos de una joya encontrada por casualidad en un basural. Una insignia. Aparece gente que no conocía y culmina como presidente, solo porque recoge del suelo la insignia misteriosa. Ribeyro, esta vez, vidente, sospechaba que en algún momento de la vida peruana un peruano llegaría al poder, pero sin saber por qué ni para qué. Es asombroso, el pronóstico se está cumpliendo. (Por si acaso, ese vacío de poder está en el cuento de la página 117 de la edición de Alfaguara 2021, y lo escribe en 1952 y en Lima). Lo cual nos pone en los terrenos del ocultismo, el de los hechizos siempre fascinantes. En el año 52 peruano no pasaba gran cosa. (Por si acaso, Neira no ha metido la mano en este cuento de Julio Ramón Ribeyro, con algo de taumaturgia, por algo lo incorpora a los otros muchos cuentos. Éramos amigos). Y que da que pensar y también recordar que existen las ciencias oscuras. Quizá Ribeyro lo sabía. Y nos prevenía, no desde París sino desde algún lugar del cosmos.

Pero volviendo a lo real, para esta semana, había decidido ocuparme de uno de sus cuentos. Lo he conseguido en Santiago de Chile. Libro enorme, de noventa y cinco cuentos, 984 páginas de una narrativa considerada «una de las empresas más valiosas de la literatura latinoamericana», dice Juan Gabriel Vásquez en una breve representación de los relatos del autor peruano, Ribeyro. Cuentos completos del autor de La palabra del mundo. Julio nace en Lima en 1929 y había estudiado Letras y Derecho en la Católica de Lima. En 1952 viaja a Madrid becado para cursar el oficio de periodista, y continúa su formación en Francia, Alemania y Bélgica y retorna al Perú en 1958 para trabajar en Ayacucho. Pero regresa a París, fijando su vida como periodista en la Agencia France Presse (1961-1971). Durante años va publicando sus libros de cuentos, el primero Los gallinazos sin plumas sale en 1955 y con el tiempo, se juntaron en cuatro volúmenes para conformar La palabra del mudo (Tomo I, 1973, y 1992 para el tomo IV). También escribe textos de teatro, y libros que llamaríamos ensayos, como Prosas Apátridas

Estando en Francia fue nombrado Ministro Consejero del Perú en la UNESCO. En París conoce al general Velasco que tenía un cargo diplomático en Francia. Fueron amigos. Ribeyro, a quien conocí en París, no se le encuentra ninguna tendencia política. Lo que sí hay que decir con toda sinceridad es que esos cuentos —que eran como él mismo los llamó Cuentos de circunstancias—, desde Las botellas y los hombres de 1964 hasta Silvio en El Rosedal, en 1977, son un desfile de situaciones y personajes, sin faltarle la ironía y la ternura por los pobres o las vidas perdidas. Es el más completo retrato de la sociedad civil del Perú y su clase media, las frustraciones, en la literatura peruana y acaso latinoamericana, el destino de los seres humanos enfrentados a la vida urbana. A tal punto que va más lejos en la comprensión de esas clases medias, más que la sociología. Con la narrativa de Ribeyro, surgen situaciones donde el azar y los dioses invisibles son los que deciden de la felicidad o del dolor, más allá del mundo real, magias como sucede al personaje del cuento que se titula La insignia. Hay en esa narrativa peruana costumbres, el milagro, lo sobrenatural, nigromancia y hechiceros. Al personaje le va muy bien, demasiado bien porque ha encontrado una joya, una insignia que lo hace conocer gente de otra clase, dominante y superior, y él no comprende por completo que está en un rango alto y poderoso, y eso es lo que lo desespera. Se parece a algunos de los altos funcionarios de nuestra clase política. Por cierto resulta que Ribeyro encabeza esa corriente que conoce los cambios del destino, la descomposición total de lo real. Personas infelices que persiguieron el poder, y cuando lo tienen, no saben cómo evitar el surrealismo de esta época. 

Resumen del cuento La insignia

El personaje, al pasar por un malecón, ve un pequeño objeto en el basural. Lo recoge y lo frota contra la manga, se lo echa al bolsillo y retorna a su casa. Luego se desencadena una serie de sucesos. En una librería de libros viejos, el patrón se le acerca para decirle que tiene todos los libros de Feifer, y le explica que lo han matado en Praga. Él intenta esconder su ignorancia, y después, ya lejos de la librería, siguen las cosas raras: un hombre que no conocía le entrega una tarjeta blanca, le hace saber una fecha y un lugar al que está invitado. Va, se encuentra con gente que le extiende la mano con gran familiaridad. Después cumple una serie de encargos, como tener la lista de todos los números de teléfono que empiezan con 38. Después lo envían al extranjero donde siempre se le recibe muy bien. El personaje explica que han pasado 10 años. «Por mis propios méritos he sido designado presidente. Uso una toga orlada de púrpura con la que aparezco en los grandes ceremoniales. Los afiliados me tratan de vuecencia. Tengo una renta de cinco mil dólares, casas en los balnearios, sirvientes con librea que me respetan y me temen (...). Y a pesar de todo esto, ahora, como el primer día y como siempre, vivo en la más absoluta ignorancia, y si alguien me preguntara cuál es el sentido de nuestra organización, yo no sabría qué responderle. A lo más, me limitaría a pintar rayas rojas en una pizarra negra, esperando confiado los resultados que produce en la mente humana toda explicación que se funda inexorablemente en la cábala.» (Escrito por Ribeyro en Lima, 1952)

Hugo Neira
23 de enero del 2022

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