Reforma del sistema de pensiones: algo más que modificar comisiones

El proyecto de ley presentado en el Congreso para permitir que los afiliados del Sistema Privado de Pensiones puedan retirar hasta el 25% de su fondo individual ha generado gran revuelo en la opinión pública.Hay mucha afirmación sentenciosa en los tres bandos: los promotores del PL, las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) y el Gobierno, que pretende jugar el rol del fiel de la balanza, con más entusiasmo y adjetivación para la tribuna que propuestas racionales.

Los promotores –aprovechando la caída de las cotizaciones de valores en bolsa, que se han reflejado en los fondos individuales– reclaman a voz en cuello que es su dinero y que las pensiones que se perciben luego de la jubilación son de hambre. No dejan de tener razón en su disgusto, la pensión es del orden del 25% del último sueldo.

Las AFP, han anunciado el apocalipsis financiero, quiebra de empresas, más pérdidas en los fondos de los afiliados, entre otras admoniciones. Me quedo con que el retiro puede originar una corrida que desvalorizará más el 75% de fondos que le quedaría a cada afiliado.

Finalmente, el Gobierno, ha tenido dos intervenciones: la de la titular del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), María Antonieta Alva, quien ha salido con un discurso que parece el eco de las AFP; y el mandatario Vizcarra, que ha denostado las pensiones y comisiones que cobran las AFP, prometiendo una “profunda reforma del sistema de pensiones”. 

Las AFP, se han ganado la animadversión ciudadana cuando, como empresas, muestran altas rentabilidades en épocas en que los fondos individuales registran pérdidas. En ese terreno son indefendibles.

Puestas, así las cosas, ¿qué es lo que corresponde hacer? Veo dos objetivos: una pensión digna y un mercado de capitales sólido. ¿Qué es pensión digna? Aquella en que el piso sea el salario mínimo vital, y el techo el ingreso que nos prometieron cuando promocionaban las AFP en el primer quinquenio de los noventa (el 70% del último salario). Afinemos la matemática financiera para ver qué rentabilidades se deben generar para llegar a estos legítimos objetivos. 

En cuanto al mercado de capitales sólido, será aquel que pueda constituirse por medios bursátiles en la principal fuente de financiamiento de las empresas, que hoy son los bancos. Es preferible tener socios que aporten capital, y con los cuales compartir utilidades o pérdidas, que ser deudores de bancos. 

Para que estos objetivos se cumplan, no basta hablar de comisiones; es necesario también asegurarse de que la gestión se oriente a maximizar la rentabilidad. Las AFP deben tener una remuneración asociada a resultados de gestión, para evitar el amiguismo en la selección de las personas que representan los fondos de los afiliados en el directorio de las empresas. Las pérdidas experimentadas en acciones de Refinería la Pampilla SAA y Graña y Montero son realidades elocuentes. Asimismo, la Superintendencia de Banca y Seguros, así como la Supervisora del Mercado de Valores, no deben ser laxas en la supervisión. 

De nada sirve tener capitales si la Bolsa de Valores de Lima es un club de unas cuantas empresas. Si no se dinamiza para que haya participación activa de muchas más empresas, de nada servirá la “reforma profunda” que refiere Martín Vizcarra. Y el presidente no debe olvidar que también existe un fondo público, gestionado por la Oficina Nacional Previsional, donde las pensiones son vergonzosas, que también amerita reformarse.