Jorge Varela
Progresismo en suspenso
El regreso incierto del modelo social-demócrata

Gabriel Boric señaló que es necesario “darle continuidad a la Alianza (del gobierno chileno) y ampliarla”. Su declaración la emitió al momento de informar la renuncia de Carolina Tohá al cargo de titular del ministerio de Interior, antes de que ella iniciara un duro camino como virtual postulante presidencial. La candidata Tohá tendrá pues, una compleja misión: concretar dicho objetivo.
Instalada en el punto de partida ha manifestado la necesidad de “hacer un progresismo que conecte de nuevo con ese mundo mayoritario, que son las personas que viven de su trabajo… para las cuales tiene que haber respuestas progresistas, pero respuestas” (La Tercera. 27 de febrero de 2025).
La idea societaria de Tohá
La idea de Tohá consiste en generar una ‘sociedad progresista cohesionada’. ¿Podrá convencer a la mayoría ciudadana de que ella es la predestinada para cumplir esta tarea? Por ahora, sin autorización definitiva para el despegue, no tiene alineados a todos los astros del espectro político que aspira a liderar, ni cuenta con vientos favorables que pudieran elevar con fuerza y prontitud su postulación aún en tierra.
Guido Girardi, exsenador y expresidente del decaído Partido por la Democracia, -en el que milita Tohá- ha dicho que: “Carolina es una fiel continuadora”…que “une a tres mundos: une a la Concertación, es expresión de la Nueva Mayoría y es quien mejor representa lo que ha logrado generar el presidente Boric” (La Tercera, 5 de marzo de 2025.)
Lo que sí puede sostenerse es que Tohá representa por su pasado histórico, origen, cercanía y gestión pública al sector socialdemócrata de la alianza de gobierno, y que “Apruebo Dignidad” (el eje radical del gobierno) no ha definido su postura estratégica electoral definitiva. Sus integrantes -el Partido Comunista y el Frente Amplio- están en plena búsqueda de alternativas que permitan encontrar su mejor proyección ideológica-programática en una contingencia difícil para sus respectivos destinos.
La sociedad progresista imaginada
¿Qué entiende la candidata Carolina Tohá por una sociedad progresista?
¿Cuál sería el programa que su aparente postura socialdemócrata debería impulsar en temas como desigualdad creciente, inseguridad en aumento, recuperación del Estado o democracia económica, si lograra especificar sus verdaderos objetivos y no se limitara solo a ‘salir del paso’ para respirar con alguna tranquilidad?
Si piensa que la socialdemocracia es sinónimo de progresismo y que ella representa de modo genuino el sentido común progresista, deberá necesariamente exponer cómo construirá lo que denomina ‘sociedad progresista cohesionada’, cómo avanzará en un esquema de alianzas con sectores de izquierda disidentes y cómo dialogará con algunos partidos fragmentados y sus volátiles electores. Además aún no ha dado muestras explícitas de entusiasmo para continuar aplicando la agenda ‘de izquierda populista’ de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, columna vertebral del experimento fallido del radicalizado Frente Amplio y núcleo inspirador de tantos caprichos identitarios.
Regreso eventual del modelo de “centro-izquierda”
¿Acaso se está ante el regreso táctico del modelo programático social-demócrata?
La pregunta formulada quedará pendiente de una respuesta concreta, a la espera de hechos concretos. Es quizás una suspicacia sin razón, que nace de la inmensa desconfianza reinante. En el caso de Carolina Tohá se trata de una aspiración que se encuentra en su etapa inicial, la cual requiere inteligente paciencia, prudencia, conciencia de que la pista de carrera está muy pesada, además de dosis equilibradas de osadía y audacia estratégica. Para una candidata que ha sido responsable del manejo de la seguridad pública no es simple presentarse ante el juicio crítico de millones de ciudadanos que viven con miedo de sufrir en cualquier minuto esa violencia criminal que se encuentra a la vuelta de la esquina del barrio que habitan y que puede quitarles todo, hasta la vida.
La advertencia de Hannah a Carolina
La palabra mágica ‘progreso’, ese combustible energético que ha servido a muchos dirigentes para adornar sus visiones e intenciones futuras, no siempre claras, es un concepto articulador envolvente que permite sueños, proyectos, engaños y fracasos. Según Hannah Arendt: “la idea de progreso surgida el siglo XVII, se convirtió en un dogma casi universalmente aceptado en el siglo XIX. El progreso, desde este punto de vista, proporciona la respuesta a una pregunta inquietante: ¿qué debemos hacer ahora?. La respuesta, a un nivel inferior, es: transformemos lo que tenemos en algo mejor, más grande”.
¿Será como planteó Auguste Comte que: “el amor como principio, el orden como base y el progreso como fin”, es de nuevo una fórmula vigente?
O ¿será que “el progreso ya no puede servir como referencia para medir los procesos de cambio”, desmesuradamente ideológicos? “El progreso de la ciencia no solo ha dejado de coincidir con el progreso de la humanidad (sea lo que fuere lo que esto signifique), sino que podría augurar su fin” (Hannah Arendt. Sobre la violencia. Alianza Editorial).
¿Será que “al barco del progreso humano le está entrando agua por todos lados?”, y que ni siquiera “la izquierda de nueva generación, canceladora, facilona y woke”, -como ha señalado el escritor español Arturo Pérez Reverte-, logró percatarse a tiempo? (“El triste precio de la estupidez”. El Mundo. 9 de febrero de 2025).
Es que “sin duda” –como escribiera Hannah– “el progreso es algo más serio y complejo que lo que suele ofrecerse en la feria de supersticiones de nuestro tiempo”. Se trata pues, de un buen consejo.
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