Aldo Llanos
¿Por qué ver “Nefarious”?
La libertad que libera versus la “libertad” que esclaviza

"Nefarious" (2023) es una película escrita y dirigida por la dupla Chuck Konzelman y Cary Solomon, quienes escribieron los guiones de las exitosas películas cristianas: “Dios no está muerto 1” (2014), en la que cuentan como un estudiante cristiano defiende sus convicciones religiosas ante el acoso de un profesor ateo en la universidad; “El poder de la cruz” (2015), en donde diversas historias se entrecruzan para mostrar cono actúa la Providencia divina; “Dios no está muerto 2” (2016), en donde la fe de los estudiantes universitarios es confrontada con la legislación estatal; e “Inesperado” (2019), en la que cuentan el horror del aborto en el proceso de conversión de una funcionaria de la multinacional abortista Planned Parenthood.
“Nefarious” está basada en la novela A nefarious plot (2016), escrita por Steve Deace, un locutor de radio y presentador norteamericano muy comprometido con el partido republicano. Por las últimas entrevistas de Deace sobre la película, todo parece indicar que ha comprendido que más que pelear una “batalla cultural”, la batalla por Norteamérica es ante todo “espiritual”.
Esta parece otra película más sobre posesiones y actividad demoniaca; sin embargo, es una de las pocas en donde se ejemplifica la acción del diablo tal y como la tradición cristiana lo ha registrado por siglos, dándole más importancia a la verosimilitud de los diálogos, por sobre los efectos especiales y un guion al servicio de estos, lo que se agradece enormemente. Quizás la película hubiese sido más comentada si hubiese contado con alguna estrella de Hollywood. Se me viene a la mente “El exorcista del Papa” (2023), película malísima en términos teológicos que fue muy mediática solo por tener de protagonista a Russell Crowe.
La película cuenta las horas finales de Edward Brady, un asesino en serie condenado a morir en la silla eléctrica, quién supuestamente solicita la presencia de un psiquiatra para certificar que está loco y así salvarse. Sin embargo, todo esto no es más que una estratagema para atraer al doctor James Martin, quien no solamente es ateo, sino también todo un defensor de causas liberales que a la postre terminarán siendo confrontadas por Nefarious, nombre del demonio que ha poseído a Edwar, en unos diálogos enjundiosos. Y a estos hay que prestarle mucha atención.
Rechazando de plano las falacias ad hominem (ya hay críticas de cristianos progresistas a la película sólo por la tendencia política de Deace), y aún siendo este un protestante convencido, las cuestiones teológicas y filosóficas contenidas en los diálogos son impecables y muy recomendables para cualquier cristiano, sea evangélico o católico. Y también para cualquiera que, sin ser cristiano, esté interesado en comprender cómo opera el diablo en el mundo.
En efecto, por medio de los diálogos, va develándose la acción demoníaca, que no es más que destruir la obra amada del Creador (el hombre), por manos del hombre mismo. Por lo tanto, el gran mérito del demonio es estar convirtiendo al hombre a su “imagen y semejanza”; es decir, satanizándolo, que es todo lo opuesto a la imagen y semejanza original y verdadera que es la de Dios. Para ello, cuenta con una estrategia formidable: hacer que el hombre deje la libertad que Dios le da (una libertad acotada por el compromiso de ver en cada hombre el deseo de Dios que lo empuja a la corresponsabilidad y la comunión entre todos), por una libertad absoluta en la que sólo impera el particular deseo (una libertad individualista y que lleva a ver a los demás como medios y no como fines).
Una de las respuestas de Nefarious a James es magistral: “Haz lo que quieras. Esta será toda la ley”. He aquí la raíz de cualquier argumentación a favor del aborto, de la eutanasia, del uso de drogas, de la promiscuidad y del liberalismo económico más radical. También es muy significativa otra escena donde Edward es visitado por el capellán "progre" de la prisión, quién niega la existencia de los demonios y su actividad en este mundo, y que ha reducido la vida cristiana a simplemente "sentirse bien". En otras palabras, un cura sin fe.
Por ello, entre escenas y diálogos muy bien pensados, la película nos enseña básicamente tres cosas: que el mal "nunca paga" (el diablo nunca da lo que promete porque su fin es destruirnos por odio al Creador); que una vez abierta la puerta al diablo, "echarlo" de tu vida será muy complicado y hacerlo te tomará el resto de esta; y que el mal nunca tendrá la última palabra por más que parezca invencible e intimidante (Sólo Dios).
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