Darío Enríquez

Nuestro Perú ha cumplido 480 años. ¡Celebremos!

No conmemorar nuestro aniversario expresa un notorio problema identitario

Nuestro Perú ha cumplido 480 años. ¡Celebremos!
Darío Enríquez
23 de noviembre del 2022


Hace apenas unos días, muy pocos peruanos hemos recordado una fecha que debería estar grabada en piedra, porque es un hito fundamental en nuestra historia: nada menos que el aniversario de nuestro Perú. Es una tarea pendiente en el objetivo aún lejano de consolidar nuestra peruanidad. En efecto, el 20 de noviembre de 1542 el Rey Carlos I firmó las “Leyes Nuevas”, estableciendo una innovadora organización política para los nuevos territorios que la corona española había anexado en las Indias Occidentales. Se creaba un virreinato, usando por primera vez el término “Perú” para designar una parte de las provincias españolas en el nuevo mundo.

Nuestro Perú es un mosaico de culturas que ha llevado a describirlo como de “todas las sangres”. Dentro de ese mosaico, que duda cabe, la componente hispánica resulta fundamental. Es el Perú mestizo que cuenta además como contraparte a nuestros diversos ancestros originarios, costeños, andinos y amazónicos. Si revisamos la historia humana, no hay otro proceso histórico como la hispanización del nuevo mundo, creando sociedades que muestran un inédito nivel de mestizaje.

Como no ha sucedido en ningún otro proceso similar en la historia humana, una sociedad como la peruana y con ella otras del mundo hispanoamericano, acusan un mestizaje difundido, enraizado, de límites amplios y difusos, enriquecido luego con otras vertientes europeas, africanas y asiáticas. Negar parte de nuestras raíces y nuestra historia, en particular las andinas o las hispanas, es el gran conflicto de identidad entre los peruanos del siglo XXI.

Dice la prédica políticamente correcta que debemos aborrecer al conquistador. Nadie niega las atrocidades de los europeos en el Nuevo Mundo, aunque debemos decir que corresponden a usos de la guerra y la conquista vigentes en ese entonces. Las diversas culturas prehispánicas que florecieron en esta parte del mundo, y que fueron sometidas por el poder militar inca, pueden dar fe de usos de guerra y conquista similares e incluso peores.

Entre 1542 y 1776, el gran virreinato del Perú comprendía territorios que hoy ocupan Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile (capitanía general), Paraguay, Argentina y Uruguay, además de gran parte de la selva amazónica, que después fuera tomada por el Reino del Brasil. Hacia finales del siglo XVIII, los habitantes de estas tierras se consideraban súbditos de la corona española y se llamaban “españoles-peruanos”. Llamar “colonias” a los territorios del imperio español en América no corresponde al rigor histórico; en realidad éramos reinos dentro de aquel imperio en el que no se ponía el sol. Lo que llamamos “Independencia” es en verdad una larga guerra civil en la que se enfrentan “españoles-peruanos” —o, a la usanza de Vizcardo y Guzmán, “españoles-americanos”— entre sí, optando por monarquía o república.

En la formación de nuestra peruanidad, debemos reconocer el rol que juega la hispanidad, más allá de poses falsamente progresistas y negacionistas. Ha habido y sigue habiendo muchas leyendas negras sobre la “maldita conquista”. En ellas se suele omitir que parte de ese proceso incluyó:

1) La integración cultural al mundo con la creación de universidades y el florecimiento de una vida cultural intensa, con gran reputación en el planeta;

2) Un desarrollo territorial y grandes ciudades que fueron la base del conjunto de naciones sudamericanas que tenemos hoy;

3) La participación en el proceso de mundialización que inició Marco Polo con sus expediciones a Catay y Cipango en el Extremo Oriente, y con Cristóbal Colón a partir del descubrimiento de América;

4) Una extraordinaria revolución agrícola, con introducción de la rueda e instrumentos de hierro, y con intercambio de cultivos a uno y otro lado del Atlántico, así como animales de carga, de tiro y de labranza, etc.

Es muy importante tener en cuenta que nuestro mestizaje genético y cultural nos une, pues forja una identidad que muchas veces tratamos de eludir, en vez de fomentar. Resulta lamentable, deplorable y penoso ver al mismísimo presidente del Perú, Pedro Castillo, y al primer ministro del Perú, Aníbal Torres en tales labores. Se une a ellos gente que los acompaña en tales vilezas tratando de dividir a los peruanos mediante la destrucción de una parte de nuestros elementos identitarios. No sabemos si lo hacen basados en convicciones torcidas o acatando las obligaciones de jugosos contratos de servicios con el Estado. Propalan mensajes de odio contra quienes viven en barrios de mayores ingresos y también contra aquellos que acaso tengan algunos puntos más de “blancura” en su mestizaje. Es inaceptable.

No podemos negar que en el Perú seguimos teniendo persistentes conflictos desde la segregación, la  discriminación, el racismo, el clasismo y la exclusión. Pero eso no se resuelve con más segregación, más discriminación, más racismo, más racismo y más exclusión como pretenden Castillo, Torres y otros. Es más que absurdo, algo muy peligroso. No podemos volver a tiempos en que grupos de izquierdas, altamente ideologizados, propalaban mensajes de odio y división entre los peruanos, lo que desembocó en el terrorismo de Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, que pretendió someter a los peruanos a sus sangrientos designios. Menos aún difundir estas prédicas de odio y división desde el poder ejecutivo.  

Somos una nación que está próxima al medio milenio y que ha visto concurrir en esa amalgama cultural que le da origen, dos grandes y milenarias civilizaciones: la Andina, con todas sus diversas manifestaciones locales; la Europea Occidental, desde las raíces judeo-cristianas que se pierden en la noche de los tiempos. Hagamos honor a nuestros orígenes y enfrentemos en forma definitiva el desafío de consolidar nuestra identidad nacional a la que todos somos convocados.

Nota.- Hemos usado parte de la información propalada en nuestro artículo “Una ucronía llamada Perú”, que pueden consultar en este enlace: https://elmontonero.pe/columnas/una-ucronia-llamada-peru

Darío Enríquez
23 de noviembre del 2022

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