Felipe Tudela
Myanmar: el regreso del ejército
El golpe de Estado de Min Aung Hlaing

Myanmar, antes llamada Birmania, está hoy gobernada por el ejército, tras un golpe militar que derrocó el gobierno liderado por la Sra. Aung San Suu Kyi. El golpe tuvo lugar el 1 de febrero de este año y el ejército ha colocado al General Min Aung Hlaing como líder del Estado y a Myint Swe como Presidente, declarando el estado de emergencia, arrestando a políticos y bloqueando las redes sociales. Este golpe es el último capítulo de la enemistad entre el ejército de Myanmar y la Liga Nacional de la Democracia, el partido liderado por Aung San Suu Kyi.
Myanmar tuvo durante 50 años un gobierno militar, el cual fue objeto de sanciones internacionales. Aung San Suu Kyi, a través de protestas políticas pacíficas de gran repercusión internacional, se convirtió en el símbolo de la oposición al gobierno militar. Los militares la detuvieron y estuvo 15 años bajo arresto domiciliario, entre 1989 y el 2010, ganando el Premio Nobel de la Paz en 1991.
En el 2008 el ejército cedió y se realizaron elecciones democráticas así como un referéndum. Siete años después, la Sra. Aung San Suu Kyi y el partido NLD triunfaron en las elecciones de 2015. Sin embargo, la Constitución, arteramente, impedía a Suu Kyi ser Presidente, pues tenía hijos nacidos en el extranjero, lo cual resultaba ser un impedimento para asumir el cargo. Para superar el obstáculo, el parlamento creó la función de Consejera de Estado, para que así ella pueda liderar el gobierno.
En noviembre del 2020, el NLD nuevamente ganó las elecciones con el 80% de los votos. Sin embargo, el ejército cuestionó los resultados, alegando un fraude electoral y acusó al gobierno de haberlo realizado. Estas supuestas irregularidades, afirmó el ejército, le habrían costado escaños en el parlamento al USDP, el partido político aliado de los militares.
Según la Constitución del 2008, los militares tienen el 25% de los escaños del Parlamento. Asimismo, controlan ministerios importantes como el de defensa y el interior. Además de este control político, los militares también crearon dos grandes conglomerados compuestos por empresas locales y extranjeras, Myanmar Economic Holdings Limited y Myanmar Economic Corporation.
Debido a la designación inesperada de la Sra. Aung San Suu Kyi como Consejera de Estado por el nuevo parlamento, el ejército decidió retomar el poder por la fuerza. Asimismo, y a pesar de tener un Premio Nobel de la Paz, esta vez muchos líderes mundiales le dieron la espalda a Suu Kyi, al estar acusada de genocidio contra la población musulmana Rohingya de su país, lo que debilitó su posición internacional.
EE.UU., el Reino Unido y la UE, están entre los estados que han condenado el golpe. Sin embargo, China no lo ha condenado debido a la gran influencia que tiene en Myanmar. El golpe ha provocado el surgimiento de un movimiento de desobediencia civil y protestas que recorren Myanmar. Así se inicia una ola de ira masiva, la más grande desde las protestas del 2007, que ayudarán a conducir al país hacia las reformas democráticas.
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