Marco Sipán

Más Democracia

Más Democracia
Marco Sipán
20 de octubre del 2015

Reflexiones sobre la democracia, la libertad y el bienestar general

La democracia muchas veces decepciona, y una vez instauradas sus instituciones falta resolver los problemas económicos y sociales. En el Perú, aun con dificultades, se tiene un avance democrático, pero se convive con el acceso desigual al poder, la distribución desigual de la riqueza, la privación de la igualdad de oportunidades y con debilidad de las instituciones. En sí, la democracia no asegura gobiernos justos. Entonces, ¿cómo evitar los riesgos de su deslegitimación? ¿Nuestra democracia debe preocuparse únicamente por la libertad individual, dejando de lado el bienestar general, o debe sostener una idea sustantiva del bien común?

En el Perú se relaciona democracia con capitalismo; sin embargo, debe entenderse por separado debido a que ambos portan sistemas que hacen difícil su coexistencia. El capitalismo genera desigualdades que la democracia como forma igualitaria tiene que corregir; y se establecen distintos sistemas de poder basados en valores casi opuestos: igualdad y ganancia, no obstante su convivencia. Asimismo, la globalización neoliberal pone en entredicho el rol del estado, la política y el papel de la democracia como lugar de convergencia entre igualdad y libertad.

Existen dos concepciones de democracia: la procedimental y la sustantiva. La procedimental intenta evadir el riesgo de deslegitimación y prefiere la delimitación formal, entendiendo que la felicidad no es tema de la agenda política; lo que le concierne es el ejercicio efectivo de la libertad individual, es decir, la democracia organiza un sistema de designación legal y pacífica del poder, en donde el acuerdo de todos sobre las reglas de procedimiento le confiere legitimidad. Sin embargo, la legitimidad de la democracia depende también del cumplimiento de ciertos valores sociales, además de requerir un núcleo de valores compartidos por la sociedad para dar sentido de unidad al orden político; únicamente cuando existe en la sociedad una noción compartida de bien común, se tiene consenso sobre lo justo. De otro lado, la democracia sustantiva tiene como idea fundamental el “bien común” (que se constituye como valor) siendo este la justicia social que debe guiar la acción de las políticas públicas.

El debate debe girar en torno a la capacidad de nuestra democracia para integrar ciudadanos, sin exclusión del poder político, con un sistema de valores de igualdad y libertad: vigencia del sufragio universal, el pluralismo la competencia partidaria, el reconocimiento de derechos civiles como el respeto a la división de poderes. Además de políticas que generen condiciones de bienestar para todos, que mejoren las posibilidades de justicia y participación; en suma,  nuestra democracia debe cumplir lo que promete. Una posición que trascienda el liberalismo es llevar a la práctica un orden social justo sabiendo conectar poder y justicia en la vida cotidiana.

Gobernar democráticamente no solo es efectuar un buen uso de las reglas formales en el ejercicio del poder, sino también reconocer los principios básicos de una sociedad digna y justa. En un orden democrático no se trata solo de votar, sino de reconstruir mediaciones institucionales capaces de encarar los problemas de desigualdad y enfrentar la corrupción.

Así, la idea de justicia debe dar sentido a las políticas democráticas para que garanticen el otorgamiento de derechos básicos para todos: alimentación, vivienda, educación y protección de la salud que deben ser reconocidos por las leyes para que merezcan protección digna. Asimismo, legitimándose en el consenso sin temores a los disensos; donde la ciudadanía evalúe sus instituciones, en calidad y eficacia.

Por: Marco Sipán Torres

Marco Sipán
20 de octubre del 2015

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