Jorge Morelli

Mala suerte de la izquierda

A pesar de que gobierna en muchos países latinoamericanos

Mala suerte de la izquierda
Jorge Morelli
05 de octubre del 2022


Esta extraña época en que la izquierda ha llegado al gobierno –pero no al poder– en casi toda América Latina tiene fecha de caducidad. En realidad, la razón de esa llegada no tiene que ver con sus méritos políticos, sino con el fracaso de Macri en Argentina, de Piñera en Chile, de Kuczynski en el Perú, de Duque en Colombia y, eventualmente, de Bolsonaro en Brasil.

Ese fracaso se debe, ante todo, a que ninguno de ellos tenía, en realidad, nada que proponer. Si tuvieron en mente la idea de relanzar la reforma liberal, no le añadieron nada que la adaptara al clima político de insatisfacción general con las “fallas del mercado” y los cambios que el modelo económico necesitaba por medio de una regulación eficaz. No reinventaron la reforma, como hacía clamorosa falta.

La regulación del mercado pudo y debió ser público-privada, recoger la queja del hombre de a pie para asegurar la igualdad ante la ley y defender los derechos de los ciudadanos ante el atropello cotidiano, no solo del Estado sino también de la empresa privada. Nada de eso ocurrió en la escala en que hacía falta.

Lo peor, sin embargo, es que aun si hubieran tenido una propuesta clara a ese respecto, no la habrían podido llevar a cabo. Porque, sencillamente, ninguno de nuestros países tiene asegurada la gobernabilidad necesaria para esa clase de reforma cuando no cuenta con una mayoría parlamentaria e inevitablemente pierde la legitimidad de entrada que le dieron las urnas. Las nuestras son democracias de baja gobernabilidad. Su diseño constitucional fallido no permite gobernar si no se tiene, por lo menos, una mayoría parlamentaria si el apoyo popular se desvanece.

Bolívar lo sabía: si quieres ser una república –dijo– tienes que darle al Ejecutivo el poder suficiente para equilibrar el inmenso peso del Congreso, porque este representa al pueblo. La izquierda aprovechó el descontento moral y emocional para llegar, pero fracasa igualmente a diario en el gobierno hoy, al ser incapaz de reinventar su propuesta, que sigue siendo la de un discurso populista rancio y gastado, que sus líderes siguen blandiendo cínicamente ante el pueblo sin creérselo ni ellos mismos.

Por lo tanto –y esta es la conclusión principal– todos los partidos políticos en América Latina –de derecha y de izquierda– fracasan uno tras otro en el gobierno, porque no pueden gobernar con unas reglas constitucionales disfuncionales. En el Perú todos, sin excepción, en los últimos 20 años. Si Fujimori tuvo éxito en el gobierno es precisamente porque no se resignó a esas reglas y las cambió. Y aun así no fue suficiente para impedir que el país recayera luego en el conflicto de poderes permanente.

¿Qué tiene de extraño, entonces, que el pueblo descarte uno tras otro a partidos políticos a los que desprecia por su incompetencia y corrupción, y gire en busca del candidato  carismático en quien depositar su confianza? ¿En qué puede sorprender que lo haga no de una manera racional e informada sino por adhesión a circunstancias adjetivas, como el género, la edad, el color de la piel o el lugar de origen?

Seguirán fracasando partidos y políticos carismáticos, sin embargo, mientras no se cambien las reglas. Es por eso que la izquierda ha llegado al gobierno en América Laina, pero no ha llegado al poder. La terrible realidad a la que se enfrenta, lo que le ha tocado y que será su fracaso es el retorno de la inflación. La inflación es letal. No se puede convivir con ella y no se la puede abatir sin gobernabilidad. Es lo que le ha tocado en suerte. Mala suerte.

Jorge Morelli
05 de octubre del 2022

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