Carlos Hakansson
Los nuevos golpes de Estado
Grupos políticos que se valen de la democracia para sus fines particulares

La forma de ejecución de un golpe de Estado ha ido variando con el tiempo. En Iberoamérica se asocia a la toma del poder mediante la fuerza, producida dentro o fuera de las instituciones democráticas. En la región, los grupos autodenominados "revolucionarios" y la sedición de las fuerzas militares han sido los clásicos caminos para consumar los golpes de Estado (artículo 45 CP). Con la llegada del nuevo siglo se manifiestan otras formas de alcanzar el poder, pero valiéndose de la democracia para sus fines particulares. Por ejemplo, un presidente electo que luego de juramentar promueve la convocatoria de una Asamblea Constituyente para debilitar las instituciones democráticas.
También tenemos la participación formal de partidos con un ideario lleno de cambios radicales, e incluso con posturas cercanas a escenarios comunistas –ambas cosas sumamente distantes del orden jurídico– y proponiendo una nueva Constitución para cambiar el régimen. Tampoco debemos olvidar a los jefes de Estado que aprovechan su capital político para promover consultas populares que comprometen la estabilidad política y judicial. Los actores que ponen en práctica estos irregulares medios para alcanzar el poder se valen de los comicios y el principio de alternancia democrática. Son los mismos agentes que se declaran protectores del medioambiente y los derechos humanos, cuando su real propósito es oponerse a la inversión extranjera y perseguir a sus enemigos políticos, respectivamente.
Otro tipo de golpes de Estado que deben producir la insurgencia ciudadana (artículo 46 CP) son gestados por actos puntuales de los poderes estatales. En el Perú, por ejemplo, tenemos experiencia reciente sobre esta mala práctica: la arbitraria destitución de tres magistrados del TC por la mayoría oficialista del Congreso (1997), la inconstitucional disolución parlamentaria decretada por el Ejecutivo (2019) y la interferencia de la judicatura en cuestiones políticas, con el fin obstruir el ejercicio de las competencias del Poder Legislativo (2021). Los tres hechos son golpes de Estado de baja intensidad, que se asimilan como episodios apoyados por grupos de poder que convienen en no respetar los principios y reglas constitucionales para bloquear las decisiones que no comparten.
La "vacuna contra las nuevas variantes de golpes de Estado" es propia de una sociedad civil que ha conquistado su libertad y que forma parte de su patrimonio histórico-cultural. Nos referimos a una comunidad surgida a partir del ejercicio de los derechos civiles y políticos. La razón es la dimensión cultural sobre el significado que tienen las libertades para los anglosajones; a tal punto, que para referirse al concepto de golpe de Estado carecen de una palabra propia sino emplean una del francés: coup d'etat.
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