Dante Bobadilla
Liberales de papel
La declaración de principios de la nueva bancada liberal

La conformación de una bancada autodenominada “liberal” ha propiciado un debate que analiza los valores de estos parlamentarios de variados pelajes. No hay que fiarse de las etiquetas, en especial cuando la usan los progresistas. La izquierda es proclive al uso descarado de conceptos políticos que acaban desvirtuando. Por ejemplo, Corea del Norte, que es una satrapía comunista, se llama “República Democrática”. Y bastaría oír a Maduro para darnos cuenta de que las palabras aguantan todo.
La declaración de principios de esta “bancada liberal” tampoco dice mucho. Es un sancochado de lugares comunes y contradictorios. Más parece el ideario de un adolescente progre. No hay que tomarse muy en serio todo lo que allí se dice. Declararse defensor de todas las causas lindas y cursis no hace liberal a nadie. Hagamos una revisión muy somera del tema.
Los principios de un liberal son muy simples. Caben en media página. Básicamente es la defensa del individuo y de su libertad para desarrollar su vida. Así de simple. Eso es casi todo. La pregunta que cualquiera debería hacerse en este momento es ¿de qué o de quién debemos defender al individuo? Pues de cualquier fuerza externa que quiera controlar los destinos de las personas, ya sean colectivos, entidades o instituciones.
En el mundo de hoy el principal peligro para el individuo es el Estado. Es la única entidad que tiene el poder para limitar y eliminar la libertad individual. Cualquier entidad o colectivo que pretenda dominar a los individuos, debe primero capturar el Estado o infiltrarlo. Es solo a través del Estado que pueden dominar a la sociedad para imponerle cualquier cosa: desde caprichos ideológicos, como el igualitarismo de género, hasta robarles (mediante impuestos con nobles excusas), para solventar proyectos ideológicos y generar corruptelas.
Hoy solo hay dos posibilidades: o crees en la libertad de cada individuo para forjar su propio destino en libertad, o crees en el Estado como el instrumento para crear una sociedad utópica, igualitaria y justa. Los liberales apostamos por el individuo libre. Los progresistas van por el camino del Estado, porque les encanta imponer sus proyectos ideológicos. Los liberales creemos que el individuo libre es capaz de elegir lo mejor para sí y su familia, y que la suma del bienestar logrado por cada individuo es superior a la sociedad ideal diseñada por una entidad.
El Estado no es digno de confianza porque está a disposición de los políticos y es manejado por burócratas que carecen de valores sociales. Mientras la izquierda se queja del abuso de los empresarios, nos somete al abuso de los burócratas, que es mucho peor porque al final el Estado no produce nada, salvo corrupción. Los progresistas creen que el valor supremo es la igualdad social, y que para conseguirla el Estado debe imponer las reglas que garanticen ese fin, por encima de todo. Los liberales rechazamos el dogma del igualitarismo y cuestionamos el poder del Estado sobre el individuo.
Las cosas son así de simples y claras. Un liberal prefiere un Estado mínimo y una sociedad fortalecida y libre. Mientras que un progresista busca un Estado fuerte y una sociedad sometida a los dictados de una burocracia iluminada, en busca de un pretendido bien superior. No importan las intenciones nobles del progresismo, al final lo que importa es que someten al individuo a sus delirios políticos y acaban siempre en el fracaso más espantoso.
No basta que alguien se declare a favor del libre mercado para pasar por liberal. Muchos progresistas lo hacen, pero luego agregan la necesidad de la regulación estatal. Su lema es un absurdo: “mercado libre pero regulado por el Estado”. Otros viven en la paradoja de reconocer los efectos adversos de la intervención del Estado en la economía, para luego defender la intervención del Estado en otras áreas, llamadas “sociales”. Para un liberal las cosas son muy claras: la intervención del Estado siempre es mala. No importa dónde, siempre será mala. ¿O es que acaso hay algo que esté en manos del Estado y que sea bueno?
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