Renatto Bautista
La verdad sobre José Carlos Mariátegui
La construcción de un mito marxista en el Perú
José Carlos Mariátegui (1894-1930) es considerado el máximo exponente del marxismo peruano, cuya figura y obra fueron redescubiertas y promovidas por el gobierno del general Juan Velasco Alvarado en el marco de su reforma educativa durante la década de 1970. Desde entonces, su libro más emblemático, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, ha sido una lectura obligatoria en la educación escolar y universitaria. Sin embargo, surge una interrogante crítica: ¿qué "realidad peruana" conoció realmente Mariátegui?
Mariátegui nunca exploró de manera directa la sierra ni la selva del Perú, ni vivió en las haciendas costeras o serranas que tanto describe. Su perspectiva se basa más en una interpretación teórica que en una experiencia vivencial, reflejando una tendencia característica del marxismo: intentar diseñar un “paraíso terrenal” desde abstracciones. En el papel, las utopías marxistas parecen viables, pero su aplicación ha demostrado, en reiteradas ocasiones, derivar en regímenes totalitarios que terminan siendo infiernos terrenales.
Un aspecto controvertido de su biografía es su relación con la dictadura de Augusto B. Leguía (1919-1930). Mientras Víctor Raúl Haya de la Torre lideraba movimientos estudiantiles y laborales, como la histórica jornada del 23 de mayo de 1923 en contra de la consagración del Perú al Sagrado Corazón de Jesús, enfrentándose abiertamente al régimen y pagando con cárcel y exilio, Mariátegui optó por un camino diferente. Lejos de oponerse, aceptó una beca financiada por la dictadura para estudiar periodismo en Italia. Además, cuando Haya de la Torre invitó a Mariátegui a unirse a la protesta de 1923, este rechazó la convocatoria calificándola de “burguesa”, según relata el doctor Peralta en su libro Por la libertad de conciencia: Las jornadas de mayo de 1923.
Otro dato revelador sobre Mariátegui es su vida personal, que contrasta con su discurso nacionalista. A pesar de escribir extensamente sobre el problema del indio y la identidad peruana, se casó con una ciudadana italiana, Anna Chiappe (1898-1990). Este hecho podría interpretarse como un indicio de un complejo de inferioridad, buscando “superar” su estatus de ciudadano del Tercer Mundo a través de esta unión.
Finalmente, es importante subrayar el desequilibrio en el tratamiento de las figuras intelectuales del Perú en el ámbito educativo. Mientras Mariátegui es estudiado con detalle en colegios y universidades, la obra de Haya de la Torre, a quien muchos consideran el político peruano más importante del siglo XX, es prácticamente ignorada. Esta realidad refleja el triunfo cultural del marxismo en el Perú, impulsado desde la dictadura de Velasco Alvarado y consolidado hasta nuestros días.
Hablar de estas verdades sobre Mariátegui no debería generar temor. Es necesario cuestionar los mitos y promover un análisis crítico de las figuras históricas que han moldeado el pensamiento y la educación en nuestro país.
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