La simetría y la asimetría en la justicia

Se dice que es vital tratar a todos los seres humanos del mismo modo, pues la justicia es simétrica. Sin embargo, si bien una conducta simétrica puede ser justa (por ejemplo, cuando un padre no permite a ninguno de sus hijos robar), hay veces en que esto no es así.

Imaginemos por un momento un matrimonio muy feliz. Pepito y Juanita han estado casados cuarenta años sin pasar por ninguna clase de problema matrimonial. Sin embargo, un día, en una reunión social a la que no ha asistido Juanita por estar enferma, Pepito conoce a Desiré: una muchacha muy hermosa, diez años menor que él. Pepito queda boquiabierto con la belleza de Desiré y le saca la vuelta a su esposa. A los pocos días, Juanita se entera de la infidelidad del marido. ¿Es justo que ella tome venganza? ¿Actuar según la frase “ojo por ojo, diente por diente” es correcto?

Las personas tenemos una valía intrínseca. Cuando uno daña al prójimo, lo denigra como ser humano, cosa que en mi ejemplo ha hecho Pepito con Juanita al sacarle la vuelta. Lo justo sería que ella lo reprenda ferozmente diciéndole: “¡Oye, mamón! ¡Hijo de la gran puta! ¡Cuarenta años de matrimonio para que vengas a actuar como un imbécil!” De ese modo, Pepito podría llegar a cobrar consciencia de lo grave que ha sido su conducta para luego arrepentirse. Quizá la arenga de Juanita le toca el alma, aunque de repente no. Sin embargo, vengarse no es algo justo. Quien devuelve un mal al prójimo, lo denigra. Jamás debemos olvidar que, aunque una persona haya actuado mal, sigue teniendo valía humana.

¿Debería Juanita perdonar a Pepito su sacada de vuelta? Si el arrepentimiento del marido es sincero y se puede volver a confiar en él, por supuesto. El perdón es ejemplo de la más alta bondad. Pero, si Pepito no se ha arrepentido y es imposible confiar en él otra vez, Juanita tendría que divorciarse. Nadie debe permitir que se pisotee su valía humana.

Otro ejemplo en el que la justicia se relaciona con la simetría y la asimetría está presente en la parábola de la Biblia la Oveja Perdida, en la que se le pierde una oveja a un hombre. Entonces, deja a las 99 ovejas restantes y va en busca de la que se le ha perdido hasta encontrarla. Cuando la halla, su gozo es inmenso. La parábola termina con la siguiente frase: “Habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por 99 justos que jamás han necesitado de arrepentimiento”. ¿Por qué el gozo es mayor en el cielo por quién se arrepiente de sus pecados que por quien jamás los ha cometido? Es una forma de reconocer que la valía del pecador es la misma que la del hombre sin pecado. Así, con una conducta asimétrica, Dios es justo; pero, a través de ella, nos muestra que el valor de cada ser humano es el mismo, dejando claro que en la simetría hay justicia.

Mucha gente cuestiona que todos tenemos el mismo valor. ¿Vale lo mismo un hombre que se sacrifica por el bienestar de los demás que un violador de niños incapaz de arrepentirse de sus crímenes, aunque haya estado treinta años en la cárcel? Hay quienes consideran existen personas malas por naturaleza a las que se debería dar pena de muerte. ¿Las cosas son realmente así? El trasfondo de la naturaleza humana es un misterio, pero, siendo yo un hombre optimista, pienso que hasta el criminal más despiadado puede reformarse, aunque para eso sea necesario el más grande de los milagros.