Carlos Arnillas Denegri

La lección que hoy nos brinda Brasil

Los extremismos son catastróficos para el pueblo

La lección que hoy nos brinda Brasil
Carlos Arnillas Denegri
01 de noviembre del 2018

 

La corrupción, la inseguridad ciudadana y la crisis económica han sido factores determinantes para que los brasileños den un viraje de la izquierda hacia la derecha en las últimas elecciones presidenciales, garantizando el triunfo del ex militar ultraderechista, Jair Bolsonaro. Y también sepultando las aspiraciones del Partido de los Trabajadores que, bajo la sombra de su líder máximo —Inácio Lula Da Silva, actualmente en prisión— intentó seguir perpetuando el populismo socialista en ese país.

Los resultados electorales de Brasil revelan claramente que las ideologías no son determinantes en el destino de los pueblos. En cambio, sí lo son la transparencia, la eficiencia, la lucha contra la corrupción y la modernización del Estado, que debe implementarse para asegurar el desarrollo y el bienestar de las naciones de nuestro continente.

La gota que derramó el vaso en la derrota del Partido de los Trabajadores —de tendencia izquierdista— fue el escándalo Lava Jato, que mostró un esquema de sobornos para obtener contratos en Petrobras y otras empresas. Un escándalo que involucró a centenares de empresarios y a dirigentes de casi todos los partidos políticos del Brasil, que se ha extendido a gran parte de los países de nuestro continente y que hoy, en el Perú, se encuentra en vísperas de revelar sorpresas.

La crisis y el descrédito de los gobiernos corruptos deben servirnos de lección para que hoy se emprendan las reformas constitucionales que requiere el país, se reorganice la justicia y se castigue en forma ejemplar e implacable a la corrupción en la que están inmersos dirigentes de izquierda y de derecha. Y también, aparentemente, comunicadores y respetables empresarios del sector privado, como el denominado Club de la Construcción.

Tiene que acabarse con la mediatización política y judicial emprendida por los medios de comunicación —sobre todo los controlados por la mafia caviar— y las ONG que satanizan al fujimorismo. Y que tratan con guantes de seda a los líderes políticos corruptos que se enriquecieron haciendo uso ilícito del poder durante las últimas décadas.

Hay que evitar la polarización política y propiciar que la justicia cumpla a cabalidad con su sagrado rol —juzgar a todos con la misma vara— para acabar con los vicios y las malas prácticas de aquellos políticos que representan a oscuros intereses y que llegan al poder para enriquecerse. Recordemos que hay en el mundo fundaciones tenebrosas como las del norteamericano George Soros —el más grande especulador económico mundial— que alimentan el funcionamiento de diversas ONG (como IDL y Transparencia Internacional), que no se dedican precisamente a luchar contra la pobreza, el respeto al medio ambiente, ni la justicia social, sino a atacar a las organizaciones o partidos políticos que no son afines a sus oscuros intereses.

La caída del Foro de Sao Paulo —con la victoria de Jair Bolsonaro—- preocupa a los caviares latinoamericanos, a la Comisión y a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y a la misma ONU. Las declaraciones del nuevo mandatario brasileño abren un camino de grandes interrogantes para el futuro de América del Sur, ya que la experiencia nos ha enseñado que los extremismos siempre han dejado resultados catastróficos a los pueblos.

En el Perú hoy vivimos una crisis política que necesita resolverse de inmediato, a través del diálogo y la conciliación entre las distintas fuerzas políticas que nos gobiernan. Para ello es fundamental desarrollar una política de “centro”, que equilibre y garantice la estabilidad jurídica, brinde confianza al inversionista privado y, sobre todo, que garantice la seguridad para el pueblo.

Por último, las disputas políticas y la corrupción impune no contribuyen a la solución de los problemas del país; por el contrario, los agravan. Por ello hay que dejar en manos de la justicia lo que a ella le compete, sin mediatizarla. Así mismo deben destrabarse y priorizarse los proyectos y obras que el país requiere en campos como la salud, la seguridad ciudadana y la educación, así como las obras de infraestructura productiva, lo que conllevará a contrarrestar el creciente desempleo que se ha acentuado en los últimos meses.

Que la lección que hoy nos brinda Brasil sirva de ejemplo para evitar caer en los extremismos de antaño, de los que ya estamos cansados todos los peruanos.

 

Carlos Arnillas Denegri
01 de noviembre del 2018

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