Juan Sheput
La delincuencia actual es consecuencia
De muchos errores que venimos arrastrando desde hace años
Las urgencias sacan a relucir siempre las carencias. Estas no sólo son físicas, también pueden ser intangibles. Para nadie es un secreto que en materia de infraestructura o de logística policial hace mucho que estamos en problemas. Es una carencia física. Pero la delincuencia que vivimos y la inseguridad que nos azota no son sino la consecuencia de muchos errores que venimos arrastrando desde hace años, ante los cuales no hemos actuado con la contundencia que se debía cuando la oportunidad lo ameritaba. La falta de liderazgo es una carencia intangible.
Por ejemplo, en estos días que se ve el desfile de ministros del Interior de gobiernos anteriores, en especial de los últimos trece años ¿Cuántos de ellos han sido responsables de una serie de purgas, de razias de buenos oficiales en nombre de reformas policiales? ¿Cuántas veces hemos visto cómo modificaban reglamentos y creaban direcciones que ahora devienen en inútiles? Los problemas que tenemos hoy, por supuesto que tienen que enfrentarse hoy. Es responsabilidad del Gobierno hacerlo. Para eso están al frente del país. Pero de que el caos y la delincuencia actual es responsabilidad de esas pésimas reorganizaciones, pues claro que así es.
Es algo similar a lo que sucede en otros ámbitos, como el político o de las funciones del Estado. El nivel de la política actual es resultado directo de la pésima reforma que se gestó con Martín Vizcarra y el grupo de especialistas que lideró Fernando Tuesta. La crisis del sistema de justicia, igual, es consecuencia de los mamotretos que envió Vizcarra al Congreso cuando estaba en alianza con un grupo que si pelea por sobrevivir es porque aún tiene influencia en algunos medios de comunicación. Y así podríamos seguir.
Volviendo al tema delincuencial. Que el drama que atravesamos sirva para reflexionar que nuestro país no necesita de una revolución sino solo una evolución. ¿Hacia dónde? Pues hacia los estándares mínimos de calidad, exigencia moral, trayectoria y capacidad, dejando de lado atributos que solo sirven para consolidar argollas. La meritocracia en entidades como las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú es fundamental. Haberla dejado de lado destruyendo carreras por simples pruritos políticos o para colocar al comandante afín a los deseos del gobernante de turno también es parte del problema que tenemos.
Que los problemas de hoy sirvan para reflexionar y hacer una reorganización que aprenda de los errores que se han cometido. Para ello se requiere de apoyo político y liderazgo, que lamentablemente son bienes escasos en el Gobierno actual. Pero a pesar de esa falencia hay que actuar. Y a la brevedad.
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