Fernando Cáceres

La carga tributaria

La carga tributaria
Fernando Cáceres
23 de julio del 2014

Detracciones, elusiones y menos complicaciones

La desaceleración económica (y su consecuente costo político) están llevando al Gobierno a repensar la política tributaria. Y esto es positivo, si es que se busca que los contribuyentes nos lleguemos a sentir moralmente comprometidos a aportar al país (sí, no soy de los que creen que los impuestos son un robo), sea para recibir servicios públicos de calidad, para ofrecer oportunidades de movilidad social a quienes tienen potencial pero no recursos, o simplemente para aliviar la extrema pobreza.

La realidad actual, sin embargo, impide generar un compromiso moral con la tributación. Por eso, a los contribuyentes nos indigna que la SUNAT nos quiera dar lecciones morales para no pedir factura en consumos personales. Yo no pido factura y cumplo con mis obligaciones tributarias de manera casi obsesiva, pero no lo hago porque crea que es justo, sino porque simplemente respeto el Estado de Derecho (sí, ya sé que parezco alemán).

Los anuncios del Gobierno de repensar la política tributaria aparentemente buscan cambiar esta realidad. Por ejemplo, se ha anunciado que se desmontará progresivamente el sistema de detracciones y percepciones, el cual ha pasado de ser un esquema pensado en asegurar el cobro de impuestos a empresas pequeñas e informales con actividades difíciles de detectar, a ser un mecanismo de financiamiento fácil para el Fisco, que se aplica desde el 2012 a casi todas las operaciones de venta de bienes o servicios. De hecho, el monto recaudado por detracciones y percepciones como porcentaje del IGV ha venido creciendo significativamente, pasando de significar 41,7% del IGV recaudado en el 2007 a representar un 83,6% del IGV recaudado en el 2013.

Este sistema se ha convertido en un mecanismo fácil de cobro de multas para la SUNAT, que solo te devuelve el dinero si eres considerado un buen contribuyente; categorización que también será ampliada al parecer para darle más aire a quienes habitualmente cumplen con sus obligaciones. De esta manera, salvo para sectores altamente informales, como minería y chatarra, a partir de julio las tasas de detracciones en servicios se bajarán de 12 a 10%, liberando S/. 1,800 millones a la economía a favor de 170,000 contribuyentes, que tendrán mayor liquidez (con su dinero).

De otro lado, también se ha anunciado que se dejará de aplicar la famosa Norma XVI que permitía sancionar la elusión, como si el Estado pudiera distinguir la legítima planificación tributaria de la intencionalidad de no pagar impuestos.

Estas medidas van en buen camino, pero el esfuerzo por disminuir la carga tributaria no solo debe ir por reducir tasas o fiscalizar con criterios más objetivos, sino también por simplificar radicalmente el proceso necesario para tributar. Solo simplificando el sistema, manteniéndolo simple, se podrá lograr que el costo de cumplir estas normas no sea una razón de peso para no pagar impuestos. Esta simplificación tributaria está en la agenda anunciada por el Ministro Ghezzi. Esperemos que llegue a la SUNAT.

Por Fernando Cáceres Freyre

Fernando Cáceres
23 de julio del 2014

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