Franco Consoli
La arremetida progresista contra Cipriani
Un ataque de la izquierda peruana a la Iglesia católica
La izquierda peruana vuelve a mostrar abiertamente su aversión hacia la Iglesia Católica. Aunque sus representantes intentan desmentirlo, su actitud lo desmiente por sí sola. Su supuesta tolerancia no es más que un discurso vacío, diseñado para engañar a los indecisos y ocultar su agenda anticlerical.
El más reciente episodio de esta persecución se ha materializado en los ataques dirigidos al cardenal Juan Luis Cipriani. Desde España, el diario El País ha publicado acusaciones de abuso sexual en su contra, supuestamente ocurridas a principios de los años ochenta. Estas acusaciones, de carácter anónimo y carentes de pruebas concretas, han sido amplificadas por los medios de comunicación peruanos sin el menor cuestionamiento.
No se trata aquí de defender a Cipriani sin cuestionamientos, sino de exigir un mínimo de rigor y respeto por el principio de presunción de inocencia, piedra angular de cualquier Estado de Derecho. A pesar de que aún no se han presentado pruebas fehacientes sobre los hechos denunciados, la izquierda peruana no ha dudado en dar por sentado su culpabilidad. Es paradójico que quienes exigen garantías procesales para figuras como Martín Vizcarra, Francisco Sagasti o Gustavo Gorriti, cuyos casos tienen indicios más sólidos, sean los mismos que ahora condenan a Cipriani sin un juicio justo.
Este ataque no es un hecho aislado. Hace unas semanas, la izquierda sufrió un revés cuando una obra que ridiculizaba a la Virgen María fue retirada de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) debido a la indignación del pueblo católico. Incapaz de aceptar la prevalencia de la fe en el país, la reacción progresista ha sido redoblar sus ataques contra la Iglesia.
No sorprende, entonces, que tras este fracaso, la izquierda haya encontrado en Cipriani un blanco conveniente. No se trata solo de una vendetta personal, sino de un ataque sistemático para desprestigiar a la Iglesia y, por extensión, a la derecha peruana, especialmente después de que el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, condecorara al cardenal recientemente.
Los medios de comunicación alineados con la agenda progresista han construido una cámara de eco en la que cualquier denuncia, por más endeble que sea, se convierte en un escándalo amplificado. No buscan justicia, sino la destrucción de una institución que se ha opuesto a sus postulados ideológicos. Cipriani, más que un objetivo en sí mismo, es el medio para debilitar a la Iglesia y erosionar su influencia en la sociedad peruana.
Cabe recordar que Cipriani desempeñó un papel clave en las negociaciones con Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, evitando la pérdida de más vidas durante el terrorismo. Esto es algo que la izquierda prefiere ignorar, pues su narrativa se basa en la desinformación y la manipulación histórica.
La estrategia es clara: socavar la Iglesia Católica y debilitar a la derecha peruana mediante campañas de desprestigio. Sin pruebas concretas, solo con acusaciones infundadas, buscan empañar la imagen de un líder eclesiástico y, con ello, desacreditar a la fe misma. La pregunta sigue en el aire: ¿cuándo presentarán pruebas reales en lugar de simples ataques mediáticos?
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