Cecilia Bákula
Junín: un próximo bicentenario a tener en cuenta
La última gran batalla en la que Simón Bolívar participó
El próximo 6 de agosto recordaremos que en 1824, hace ya 199 años, se libró, en nuestro territorio, una de las batallas de mayor importancia para definir el futuro libre de nuestro país y de la América. En la Pampa de Junín, conocida también como la Meseta de Bombón, a unos 4,000 metros sobre el nivel del mar, lo que no es para nada poca altura para realizar un enfrentamiento bélico, tuvo lugar la Batalla de Junín, en la que combatieron con pundonor las fuerzas patriotas que eran superadas en número por las realistas.
El ejército del virrey, al mando de José de Canterac, un militar experimentado y curtido en las guerras libradas en América, estaba formado por 1,300 jinetes y no menos de 6,000 infantes. Además contaba con una importante capacidad de piezas de artillería e iba avanzando desde el norte hacia la zona de la laguna de Junín.
El ejército patriota, al mando del Libertador Simón Bolívar, cuya experiencia, a mi criterio, excedía, sin duda alguna, a la que podía ostentar el propio Canterac en el conocimiento de la geografía de nuestro continente y en la estrategia militar, organizó a su menor hueste, haciendo del ingenio y del conocimiento del territorio y del espíritu de su gente, sus más importantes herramientas. Vale recordar que se ha establecido que el Libertador, tal como lo ha señalado la BBC, había peleado en 447 batallas y había cabalgado en nuestro continente algo más 123,000 km, lo que le había permitido conocer la topografía y tener una resistencia especial a la altura, el frío y el calor. Y esa resistencia, se la hacía extensiva moralmente a su tropa.
Adicionalmente, es necesario señalar que ese combate fue la última gran batalla en la que Simón Bolívar participó a lo largo de toda su historia. Quizá nunca imaginó que la gloria de Ayacucho no podría estar contada entre sus hazañas, y es por ello que hoy resuenan con mayor brillo las palabras con que arengó a su ejército el día antes del enfrentamiento en Junín:
¡Soldados! Vais a completar la obra más grande que el cielo ha encomendado a los hombres: la de salvar un mundo entero de la esclavitud.
¡Soldados! Los enemigos que van a destruir se jactan de catorce años de triunfos. Ellos, pues, serán dignos de medir sus armas con las de ustedes que han brillado en mil combates.
¡Soldados! El Perú y la América toda aguardan de ustedes la paz, hija de la victoria, y aún la Europa liberal les contempla con encanto porque la libertad del Nuevo Mundo es la esperanza del Universo. ¿la burlarán? No. No. ustedes son invencibles!
El ejército patriota lo integraban no solo soldados; también muchos montoneros que, a manera de guerrillas, se iban desplazando por diversos lugares y de alguna manera causaban desconcierto en las huestes realistas. Bolívar supo aprovechar esa situación, ya que el enfrentamiento fue muy breve, de unos intensos 45 minutos, principalmente de caballería, y causó gravísimas bajas al grupo realista, tanto en vidas humanas como en pérdida de material de guerra. Se impuso la victoria de los patriotas, generando en las huestes vencidas un tremendo desconcierto y desazón.
El ejército realista emprendió una desordenada retirada y el caos en sus filas iba creciendo conforme pasaban los días. Es así como desde los primeros momentos de concluido el combate, era evidente que éste había significado un golpe mortal para las fuerzas de Canterac. Y así consta en el parte de guerra y en las palabras que pronunció Bolívar al concluir el combate, señalando que “El ejército de Canterac ha recibido en Junín un golpe mortal, habiendo perdido, por consecuencia de este suceso, un tercio de sus fuerzas y toda su moral”.
Este asunto de mantener el espíritu en alto, resultaba fundamental porque, de alguna manera, las fuerzas patriotas, habían ido teniendo derrotas en enfrentamientos menores, como había sido el caso de Torata y Zepita. Es por ello que la contundencia de la victoria en Junín elevó los ánimos y, de alguna manera, puso una garantía en el espíritu del ejército de la libertad para el futuro y el casi inmediato enfrentamiento que se tendría en Ayacucho.
La habilidad táctica del Libertador logró en escasos minutos arrollar a la caballería enemiga. Y es así como los gloriosos Húsares de Junín dieron el golpe de gracia al enemigo, impidiendo que se reagrupara y obligándolo a dispersarse y retirarse casi en estampida. Y no podemos dejar de tener presente que la independencia no significaba tan solo el acto político de la proclamación, sino la necesaria fuerza continental para mantenerla.
Por ello, en estos tiempos en que parece a veces que es muy difícil entendernos como parte de un todo, es necesario saber y recalcar que nuestra existencia como país soberano, como lo es en el caso de los países hermanos de América, la existencia libre, soberana e independiente, dependerá siempre de la libertad en el apoyo mutuo. No en la injerencia, pero sí en la solidaridad, pues nacimos gracias a las victorias logradas por el Libertador y el Ejército Unido Libertador, integrado al igual por peruanos, venezolanos, colombianos, ecuatorianos, argentinos y chilenos. En conjunto, mirando un mismo horizonte, se logró firmar con la sangre de todas las naciones, la palabra libertad.
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